GUARRADA

guarrada. (De guarro1). 1. f. Porquería, suciedad, inmundicia. 2. f. Acción sucia e indecente. 3. f. coloq. Mala pasada. Real Academia Española

martes, 13 de marzo de 2018

La inmunda demagogia sobre la derogación de la prisión permanente revisable


Ignacio Fernández Candela.
Por respeto a la madre de Gabriel que pidió no alimentar el rencor sobre la asesina de su hijo, guardé en la cartuchera el disparo que había dedicado, con indignación visceral, a la asesina. Ese artículo queda archivado después de quemarme las entrañas el cinismo homicida de esa basura humana que, esperamos tantos,  se pudra en una cárcel dominicana de por vida.  Pero no callaré frente a los miserables que abogan por los derechos del criminal.
Los depredadores racionales obedecen al instinto de la aniquilación del prójimo y a la ausencia de culpa. Están vacíos pese a la apariencia, son muertos vivientes, trozos de carne que caminan por inercia, cadáveres de la existencia sin derecho a réplica; o así debería ser entre los hombres de buena voluntad… y mujeres, se entiende. No  es la prisión permanente revisable lo que genera un debate de conciencia, sino la influencia anómala de un conjunto social desviado que equipara a las víctimas con los verdugos. Hay debate pero sin cognición. Acaso tan vacuos los demagogos que pretenden la derogación, como la mente de los asesinos que relativizan el crimen.  Vacíos.
 En eso estriba la polémica del trato al culpable: en dignificar la criminalidad y equipararla al derecho social. Resistirse es una obligación de conciencia para confrontar con esta tendencia de dignificar a la escoria. Una aberración que solo puede ser argumentada por los mismos que ejecutaron a cientos de inocentes en España y cuantos jalean y homenajean a bestias capaces de matar cuando alguien lleva en brazos a un bebé; o justifican a una alimaña como a esa Ana Julia Quezada-lamento el formalismo de escribir su identidad con mayúsculas- que además de ser objetivamente  negra-cualquier raza es tan digna como las otras- mujer e inmigrante, es por añadidura de sus actos una auténtica hija de la grandísima guarra de Satanás, sin paliativos. Si ha ganado el aborrecimiento de la gente es por ser una mierda de asesina; así se queda el calificativo cuando oigo a la gente nombrarla por la calle. Es la psicópata que acabó con la vida de Gabriel y mostró un cinismo satánico a la altura de su sobrante existencia plagada de mal y crimen reiterados.
Objetivamente. Negra, inmigrante, asesina. Ajustado a realidad pero solo por lo último se ha ganado el odio del mundo. Si hubiese sido autóctono, blanco y hombre, el encono sería el mismo. Cabe la especulación en mentes retorcidas y parásitas que procuran polémica con cualquier oportunidad. Oportunismo de inmundicias políticas y periodísticas ya conocidas.
Solo los imbéciles y los míseros, con rasgo de sociopatía no diagnosticada,  pueden defender tamaño calibre de psicopática maldad. Solo. Y observando a los que lo hacen cabe corroborar que en España poseen influencia gentuzas indignas a sueldo de la especulación sin entrañas.
Contra la cadena perpetua, edulcorada, están los terroristas de vida fácil que se organizan para matar con el pretexto de reivindicar derechos; ese cinismo homicida tan confiado lo recogerán como siembra de vida, que aquí estamos todos de paso; instintivamente el PSOE de aquel Largo Caballero que provocó un golpe de Estado contra la II República e inició la Guerra Civil obligada la mitad de la otra España a defenderse para no ser aniquilada impunemente; ese podemismo comandado por el hijo de un terrorista del FRAP y cuantos lo secundan a pesar de sus ya demostradas insuficiencias ideológicas y personales. El PNV cuyo posicionamiento político le obliga a parasitar de las migajas de poder en la tierra de nadie de lo irrelevante, salvo para ejercer influencia en negociaciones de bajo nivel para contentar a grupúsculos y obtener beneficios residuales. Políticos de la corrupción moral que se alinean con el criminal, como con la memoria imperecedera del gen depredador que a unos y a otros ha caracterizado desde los orígenes. La memoria del instinto dañino los supera y sin escrúpulos se abundan en una demagogia pestilente y ofensiva.
La tibieza de Ciudadanos es una vergüenza frente al dolor de quienes han sufrido descarnadamente la pérdida de sus seres queridos. Vergüenza.
La aniquilación y la ausencia de responsabilidad moral se aúnan como si fueran las consecuencias de una deformidad genética asociada a la psicopatía, además contagiosa. Es realmente repugnante cómo esos desviados defienden a los asesinos frente a la indefensión de los asesinados. Algo retorcido está latente en monstruos que bajo la consigna de lo progresista, traspasa los límites de la coherencia e infunde el esperpento normalizado por la santificación de la maldad.
Antes  de la llegada del miserable Zapatero al poder-el 11-M fue el punto de inflexión de los cambios drásticamente impuestos en España hasta la degeneración actual-, existía una ponderación generalizada de valores morales como regla básica para distinguir el bien del mal. Había una mayoría que se regía con equilibrio personal aceptando las normas colectivas para desarrollar una convivencia pacífica y armonizada. La tendencia hoy es arropar a quien genera un crimen y excusarle en defensa de los mismos derechos que una alimaña arranca a quien violenta. No es un instinto anómalo sino corriente y sucede en un tiempo en que emerge la inmundicia residual de un ser humano que hoy en día aglutina, en las masas informes de la desviación moral aceptada, lo peor de sus instintos: una conciencia desintegrada. Hablamos de alimañas con argumentos racionales, en realidad bestias surgidas de una sociedad cuya guardia baja ha generado la pontificación del criminal.
Cualquier excusa es lícita para denigrar el sentido común y anatemizar la inocencia de los más desprotegidos. La imposición de un nuevo orden moral apesta por las calles con apariencia de reivindicación. Los vómitos de la manipulación huelen a rosas para pituitarias enfermas. Volver a actuar criminalmente forma parte de la naturaleza del asesino, del violador, del pederasta, del terrorista y del político y el periodista.
España es un país tomado por gilipollas y retorcidos depredadores de los más bajos instintos. Cuanto más nos adentramos por la visceralidad de las circunstancias que nos embisten la conciencia social, en este laberinto de pasiones donde parece imponerse la insensibilidad y la justificación de la barbarie, peor se afronta un futuro desequilibrado hasta en las nociones más elementales de justicia. No es de extrañar que los asesinos sean defendidos por los mismos de siempre.
Retratado queda el submundo de esta España que intentan convertir en un aquelarre de adoración al mismísimo Satanás. Y parecen normales los muy canallas.

sábado, 10 de marzo de 2018

La gorrinada de Luis María Anson

Fuente: Rambla Libre.com

Ignacio Fernández Candela.
Los sueños son raros pero esclarecedores. Ya relaté aquel en que Anson se travestía y Vila era empalado para acabar la extraña ensoñación con un perro que diligentemente recogía las cagadas, con perdón, junto al medallero honorífico del académico.
Ayer soñé que un cerdo bastante glotón, sonrosado como la tez de un Gargantúa estreñido, acompañaba la solemnidad de Luis María allá por donde iba. Nadie lo advertía y se hacía un lío entre las piernas del egregio periodista que ya de por sí tropezaba consigo mismo, a cuenta de una barriga prominente que entorpecía su marcha hacia los atriles de las conferencias moralizantes. Él mismo, sí, el Príncipe de Asturias a pulso merecido-quizá de otros que lo sostuvieron-; mérito supuesto a pesar de sus erráticos comportamientos personales. Y no sé cuántos más trofeos que caben en su soberbio, rechoncho y henchido orgullo, amplio como su cuerpo convenido de colesterol malo. Esos chuletones de todos los días minan la salud que no la cartera de la que ahorra dinero sin pagar el trabajo. Pillín el moralizador nos ha salido. Peor es Vila: un compendio de cara y dureza, acaso del alma. Algunos me dicen que ese lleva la maldad en la mirada. Y el infierno, añado.
El cerdo lo acompañaba sin que nadie lo advirtiera pero disimulaba el excelente, excelentísimo le queda grande en mi sueño y la realidad,-como si no fuera la pocilga con él. En una de estas idas y venidas-creo que reconocí el edificio de la Fundación Ortega y Gasset-Gregorio Marañón por la pestilencia a rancia hipocresía que me costaba soportar en ese momento del sueño-, cuál fue la sorpresa cuando de repente vi  al cerdo subiendo solemnemente a dar la conferencia, en tanto el académico se quedaba rasando el suelo como si hociqueara. Acaso rastreaba no se sabe qué premio al que sumar a los muchos acumulados-vanidad de vanidades y solo vanidad-durante su ostentosa y especulativa, a partes iguales, existencia.
Recuerdo bien antes de despertar que el animal pronunció una conferencia paradigmática y hasta parecía sincero en el discurso. Al poco desperté con la duda de quién había pronunciado ese discurso y quién rastreado el piso sin que ninguno de los presentes en el salón se diera cuenta del cambiazo. Igual, en fin, en el extraño sentido de un sueño así no había diferencia.
Luego leí su artículo en El Imparcial, donde en la poltrona presidencial aparenta ser lo que no es, como Vila, y me pareció oler a cerdada, a hipocresía rancia como la expedida mientras soñaba con la Fundación Ortega-Marañón; la misma que se quedó decenas numerosas de recortes originales de El Sol desde 1918 hasta los años de la Guerra Civil, un tesoro, periódico donde escribía sus columnas Ortega y Gasset. Se apropiaron de lo mío además de no pagarme por un intenso trabajo. Para más inri, Joaquín Vila, el periodista con cara de gangster de tebeo, ejerció  un matonismo acostumbrado -pregunten a Enrique de Diego-, cobardemente, tras la mesa de su despacho al que tiene atornillado el culo por méritos que van más allá de una profesionalidad dudosa, según muchos colegas periodísticos.
El sueño me indicaba algo y al poco leí estas hipocresías tremendas que el Anson pasa por buenas, permisivas, redundantes con su esencia profesional tan bien disimulada ya que la personal chirría o gruñe; al menos cuando yo sueño.
 Más tarde, sin saber si la conciencia me dictaba la segunda parte de un sueño en el que poder dirigirme a Anson, escondido en su despacho desde donde me leía mis centenares de artículos que le he dedicado, era yo quien le hablaba con altavoz de modo que mi voz le sanara una presumible sordera ante la demanda de justicia elemental. Creo recordar que fue así:
Luis María, Anson, majeteque nos conocemos. Se te ve el plumero y si te descuidas con esos andares de ganso hasta se te ve el culete.  Traqueteas como una máquina rota y los pantalones se te remachan cada mañana porque no cabes en tu cuerpo de tonel, de tan ricas viandas que te ventilas sin pagar a quien te las provee. ¿Dónde está lo mío sin abonar-90 artículos posicionados en primeros lugares de internet- y la disculpa por el puerco comportamiento de El Imparcial, tan digno digital, venga ya,  contra mi persona?
 Anda que si te hubieran tratado tan mezquinamente en tu trabajo, no de correveidile sino la tapadera periodística, como tú tratas a quien explotas, … Que se lo pregunten a Luca de Tena que en paz descansa lejos del tufo de la traición que otros en vida todavía, por poco tiempo, expelen. Cualquier día en un paso se te caen los pantalones a los tobillos de tanto que bamboleas tu orondo cuerpo y achicas las arterias; no sé cómo estarás absorbido de mala sangre. Algo ridículo en tan gimnástico adulador que como un contorsionista de circo te adaptas a la audiencia con tu verborreico, perdón, ditirámbico verbo para encandilar al personal. Bien sabes de la treta de la arana para llevarte al huerto al género femenino que dicen las malas lenguas, serán, te entusiasmaba desde tu poltrona de superioridad machista. ¿Por qué fuiste jurado de concursos de belleza? Solo Dios lo sabe.
Siendo tú moroso que no pagas el trabajo bien hecho, mío, ¿te atreves a hablar de equiparación de sueldos entre hombre y mujer, para poner el grito en el cielo con tan injusta afrenta durante el discurso en el Club femenino de las 25? Pelota, o más bien peloto; en todo caso un mentiroso compulsivo que vas de niño bueno, ya ves con ochenta y tantos, cuando has sido tan miserablemente travieso. Hipócrita, ¿si no pagas ni al masculino vas a pagar en femenino? Explotador sin honestidad, ¿dónde está tu conciencia?, que te crees que los demás trabajan por tu cara ajada  o la dura de Vila, el abusador evanescente cuando delira entre aromas de una afición tan consabida y etérea.
Y mira que me acuerdo de lo hipócrita de tu condición de mala baba, de palabra desperdiciada, de saltimbanqui del separatismo nombrando a Pujol español del año, y de tu cinismo recalcitrante, pura bazofia discursiva, encumbrado por no se sabe qué méritos cuajados en el despacho de las especulaciones. Méritos ¿Los habrá verdaderos? Lo dudo con la moral que me has mostrado y la poca dignidad del abuso que estilas. Tú, bien nacido, ¿hablas de igualdad de sueldos cuando eres mal pagador y aprovechado que obvias las injusticias esenciales que cometes para erigirte en juez supremo de la equiparación salarial? Cinismo es poco, lo tuyo es aberración. Joé con el Anson.
Hay que ser lerdo de espíritu, o malintencionado, o una mezcla de lo uno  y de lo otro. Con una dosis de ruindad que tan magníficamente secunda tu don nadie Vila, del que se sabe de sus correrías tan poco decorosas y tan bien camufladas tras la dirección de tu periódico que te atiborra la tripa de banquetazos a base de explotar, miserablemente, a quien te rindió beneficio.
De qué vas Anson si has perdido la credibilidad elemental que es la honra de tu persona más allá del artificio hecho a medida de tu fama de moralista. ¿Dónde te dejaste la honestidad y la conciencia equilibrada, mal pagador de trabajo ajeno que bien te pagan el tuyo para vivir a la sombra de una fama de prohombre que dudo merezcas?
 Déjate de pamplinas y sé honesto. Las cuentas que rindas cuando te vayas no engañan".
 Y desperté.