(Mandado a varios de El Imparcial.es, sugiriendo que lo usen como papel higiénico para limpiarse la ética elemental).
¿Con qué clase de hipócrita condición pueden hablar de paro los que explotan sin escrúpulos a las personas honradas que han trabajado por El Imparcial.es sin cobrar un euro? No solo no se paga sino que además se arremete también sin escrúpulos contra quien ha aportado un rendimiento económico al periódico. Les basta mentir, manipular y acosar para imponer un totalitarismo denigrante y repulsivo.
Nos escandalizamos de las corrupciones que asuelan España y no se nos ocurre pensar que los que las denuncian, tras la apariencia de la honesta profesionalidad, son los más pútridos como ejemplo de la perdición de un país que confía en los consejos de sus más vergonzantes elementos sociales.
El Imparcial.es no respeta el trabajo ni los derechos de las personas; es una caverna de disimulados virtuosos de las letras que en realidad esconde a trogloditas expertos en la verborrea permaneciendo en la Edad de Piedra de los valores morales más básicos. En pleno siglo XXI andan a dos piernas como prohombres sociales que forman parte de un periódico influyente con los acontecimientos nacionales e internacionales sobre los que informa, pero en la realidad de los fondos de la ética, la verdadera que estilan, reptan por los suelos de las vergüenzas que califican sus actos.
Me produce asco la existencia de ciertos monos encumbrados en los pedestales de la sociedad española cuando, más allá del disfraz de la respetabilidad, siguen encaramados a los árboles del interés depredador a cualquier precio, empuñando palos con poca dignidad para luego vestirse con elegancia y dar el pego de la consigna cultural.
Sin respeto al trabajo, al esfuerzo personal llevado a cabo con honradez, el asco que provoca tan hipócrita pose debería aglutinarse en un inmenso vómito que enterrara los despachos de estos expertos en dar el pego de la conciencia social.
Ni conciencia, ni la mínima decencia. La explotación es una vileza que debería estar erradicada de nuestra rutina social, sin embargo es la práctica inherente a cuantos van con la cabeza alta por la vida viviendo del trabajo ajeno que no pagan. Simples parásitos enmierdados que lucen sus abusos materiales escondiendo sus miserias personales.
Ciertamente que en la sociedad española existe mucha basura sin reciclar, pero no habría suficientes contenedores para amasarla ni trituradoras capaces de quebrar caras tan duras.
Hoy por hoy, no hay esperanza en un mañana honrado si como estandarte de ejemplaridad ondea la bandera del deshonor que exhibe impúdicamente esta pequeña patria de aprovechados, de chulería sin humanidad, en que se ha convertido El Imparcial.es.
1 comentario:
José Antonio Herreros:
No se pueden dar perlas a quien no las merece, pero además en todas las entidades del tipo que sean, siempre hay un responsable que generalmente se queda a la sombra, pero es quien mueve los hilos.- Puede resultar que el cabeza visible solo sea un peón teledirigido.- Adelante y no te quepa duda que la verdad resplandecerá y todos nos enteraremos quién es el que mueve la batuta.- Un abrazo.-
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