GUARRADA

guarrada. (De guarro1). 1. f. Porquería, suciedad, inmundicia. 2. f. Acción sucia e indecente. 3. f. coloq. Mala pasada. Real Academia Española

jueves, 26 de abril de 2018

Salomónica sentencia contra la Manada, ¿es justicia?-Artículo en Rambla Libre

Manifestantes contra la sentencia.
Ignacio Fernández Candela.
Era evidente que una sentencia con este carácter de alarma social iba ser polémica sin que fuese posible encontrar una medida jurídica que contentara a una sociedad tan dividida como la nuestra, presa de polémica y degeneración sin límites. Los jueces han sopesado, previsiblemente sin prejuicio, unos actos que en su esencia conllevan una crisis de valores en los que más de media España fue educada. Pero vivimos en un siglo XXI tan confrontado como manipulado y en este caso, al margen de lo que se considere justo o injusto, la  condena, no podía ser de otro modo, iba a decidirse bajo una influyente presión social, aunque afectara en mayor o menor medida a los togados. Finalmente y tras la tensión de las expectativas, el juicio paralelo se ha impuesto al real y lo manifiesta la protesta con acrecentada  polémica y confrontación. Algo muy coherente en la medida de que afecta a toda la ciudadanía.
De las posturas que han intentado explicar lo sucedido durante los Sanfermines, dos han sido las actitudes predominantes para enjuiciar a los protagonistas: en primer lugar el consentimiento previo de quien después pudo arrepentirse de lo sucedido, con lo que la denominada Manada habría sido irresponsable y vehemente que se dejó llevar por la amoral oportunidad;   y en segundo  la involuntariedad de la joven que se encontró asediada y ultrajada, obligada a no resistirse por la cobarde y abusiva superioridad numérica que la forzó con agresividad y bajo una presión amenazante y criminal. La sentencia no parece haber despejado las incógnitas. Si no hay intimidación, inherente a la agresión sexual, sí “prevalimiento” que justifica la condena por abusos repetidos. Sutilmente pudiera ser considerado una contradicción legal.
 En los fundamentos de los magistrados José Francisco Cobo y Raquel Fernandino no consideran demostrada la violencia para doblegar la voluntad de la afectada. No perciben esa violencia implícita como elemento normativo del tipo de agresión sexual. Según esto se opta por condenar a los acusados por abuso sexual que no por agresión. Un modo salomónico de calmar las justificadas indignaciones  de quienes acusan por un delito consumado de violación y cuantos alegan que tras el análisis de lo sucedido, se deduce que la denuncia está basada en la falsedad por arrepentirse después de que en primera instancia accediera a una relación sexual, muy extendida entre la juventud, denominada la tuerca.
  De ser una violación estaríamos ante una aberración criminal, merecedora de una condena taxativa y que sin paliativos debería acarrear una sentencia de privación de libertad  históricamente severa. Pero los jueces también han considerado los derechos de los acusados, que parten con la presunción de inocencia exigida por ley,  y han analizado los hechos desde el prisma de que la víctima hubiese podido denunciar a posteriori lo que en  origen hubiese podido ser una relación consentida. Según ello ven razones para interpretar que, al margen de gesto amoral o inmoral con que se les quiera percibir, de no haber ejercido violencia explícita sería injusto condenarlos por un delito que no cometieron. Y satisfaga o nos repugne, la justicia sopesa con estricta rigidez los derechos de unos y de otros para establecer una sentencia ajustada a la realidad de los acontecimientos.
 Sin esa profesionalizada rigidez de los tribunales es muy comprensible que los ciudadanos se manifiesten con indignación visceral por lo que consideran una afrenta contra la propia Justicia. No se puede acotar la razón de cada cual por defender lo que se creen derechos inalienables frente a lo injusto. Son criterios subjetivos.
 Están quienes relativizan los hechos considerando una promiscuidad consentida, porque así juzgan a quien fue objeto de lo que el tribunal no ha considerado violación, y una indignada marea de repulsión por lo que se percibe como una vulneración básica de los derechos de la Mujer en su más amplia y universalizada dimensión. Este choque frontal de trenes, considerando el debate sobre la Violencia de Género y el desequilibrio de los derechos entre hombres y mujeres ante los tribunales, era inevitable.
 El juicio no parece haberse celebrado con ligereza y ha realizado una pormenorizada investigación de lo sucedido. Para algunos la víctima habría traspasado con voluntariedad los límites de la consciencia y la autoestima  y adentrado en una aventura desdichada donde los otros fueron fáciles protagonistas de su irresponsabilidad como mujer. Para otros la víctima fue violada sin consentimiento y se la forzó con la absoluta indefensión que representaba la actuación de cinco bestias contra una desvalida joven.
 Lo que  demuestran estos hechos juzgados-y deberían llamar a la reflexión- es una absoluta carencia de respeto por la vida individual, la libertad y el sentido común que deberían presidir esta sociedad cada vez más desorientada y sacada de quicio.

miércoles, 25 de abril de 2018

Dos basuras para Eurovisión 2018 -Artículo en Rambla LIbre

Ignacio Fernández Candela.
Y no son los intérpretes. Ayer escuché por primera vez la previsible y facilona intervención de los afamados Amaia y Alfredo-Alfred, los supravalorados intérpretes de “Tu canción” que parece surgida de una escasa exigencia de inspiración. La verdad es que repugna que tras la genérica virtud de la Música mayúscula, pueda considerarse como tal un bodrio de marketing que posibilita el encumbramiento de la mediocridad.
 Así pues, dos basuras van para Lisboa: una es la canción sin ingenio, acomodaticia y fácil, siendo la otra un sistema de promoción que nos va a descubrir, una vez más, después de las votaciones, que en el reino de los ciegos el tuerto de La Trinca es el rey-; un concurso, por otro lado desvalorizado, de Eurovisión cuyos ganadores anteriores distan mucho en originalidad y talento interpretativo de la pobre y magnificada intervención de estas criaturas, sin otro encantamiento que el artificioso de un programa de televisión a la altura inteligente de sus masivos espectadores.
Antes de escuchar “Tu canción”, con cierta esperanza de que tal fama de cantantes viniera refrendada por un virtuosismo real, había leído sobre el incongruente parasitismo de estos dos elementos desagradecidos que parecen concursantes de cualquier país menos de la España que indignamente van a representar. Toda una declaración de intenciones que el Alfredo-ed este regalara a la tal Amaia un libro titulado “España de mierda” para celebrar el día de San Jorge.
 Lo que colige el grado de estupidez o chulería repugnante protagonistas de esta aventura eurovisiva, o el grado de supina imbecilidad de admiradores sin seso de los que se nutren individuos tan poco agraciados moral, y físicamente todo hay que decirlo, como es José-Josep María Mainat.
El prognatismo de la tal Amaia me resulta muy incómodo cuando abre la boca para escenificar tan dulces gorgojeos de romanticismo poco creíble. Su voz es tan previsible como su interpretación edulcorada y machacona tanto estética como audiblemente. Lo de Alfredo-Alfred es de mal gusto con una sonrisa que parece que se le va a paralizar de tanto extremarla con falsedad con ese rictus de sensibilidad poco creíble. Son tan vulgares como su canción, sin otra verosimilitud que no sea la que aportan al verdadero carácter repulsivo de sus representaciones como concursantes por España, tan en línea con la hipocresía del Mainatde marras.
 La actuación es tan almibarada como increíble, pero tendrá que colar en este mundo donde hasta las hienas tienen derecho al apareamiento y las serpientes al cortejo.
 Dos basuras van de la mano de Amaia y Alfredo-Alfred: su canción y el tinglado montado para engrandecer lo que de por sí es una vulgar trapisonda que no colará en Eurovisión.
Dudo que el buen gusto de Europa vaya a transformarse por esta repetitiva muestra de vulgaridad musical. Observaremos el buen criterio de un jurado cuando escuchen esta escenificación de artificiosidad con el previsible paso, sin pena ni gloria, de estos triunfitos cuyas fronteras se quedarán, paradójicamente, en la España que demuestran aborrecer. La próxima vez que representen a Cataluña, el país de Nunca Jamás.