La cruel actuación de Joaquín Vila contra mí orquestando la guarrada que denuncio no es normal. Habría que ser un demonio inmundo para actuar así a sabiendas de los perjuicios injustificados que ha pretendido. Él no lo es. Ya dejé claro que no veo posible la existencia de un ser tan desalmado como la apariencia puede engañar en la percepción de su persona.
Si ya colegí que no es un hijo de la grandísima capaz de propiciar un acoso y derribo cobarde contra mi persona y mi trabajo pretendiendo mi hundimiento moral hasta la vital extenuación; si no es un malnacido que borrara a propósito miles de valoraciones de mis columnas en las redes sociales con absoluto menosprecio a mi intensa y más que correcta labor desarrollada en El Imparcial.es, debía ser por otra causa igual de repulsiva pero al menos justificada.
Si no es un marrullero de mierda que argumentaba con la consciencia de mentir sobre la "escasísima" calidad de mis artículos, desmintiéndole la valoración positiva acumulada durante mi extenso bagaje literario-incluidas las noventa columnas aportadas a El Imparcial.es sin cobrar un solo euro por ellas- ; si no era un manipulador apestoso que ha mentido a propósito sin ocultar un carácter explotador de la más baja calaña y un ruin código de ética que bien le podía servir para limpiarse el culo después de cagarla; si no era tan miserable como para ser un hipócrita de juego sucio, maltratador y de oscuras intenciones, había que buscar otras causas de estos comportamientos execrables que parecían convertirle en una misérrima concepción de ser humano carente de decencia.
¿Qué es lo que inspira para causar un despótico abuso procurando infligir daños morales irreversibles? Yo soy fuerte y curtido en dispares forjas que me acrecientan las fortalezas rebelándome contra las maldades ajenas, pero no ignoro la pretensión destructiva que ha practicado inmoralmente ¿Qué frívola capacidad de perjuicio es la que ha mostrado Joaquín Vila con una indiferencia tan monstruosamente personal? La única razón que se me ha ocurrido para explicar tantas aberraciones morales, es una patología indetectada acorde a sus comportamientos infames.Además parece ser una patología contagiosa o quizá sea el egoísmo visceral de elementos como Carmen de la Vega o María Cano Ezcorría, comparsas obedientes de mandatos enfermizos.
Si Joaquín Vila no cree haber obrado como un hijo de mala madre, habría que buscar otras razones que le hayan impulsado a parecer un hijo de mala madre pero sin llegar a serlo. Quizá un trastorno mental no tratado que bien podría ser asociado a una personalidad de tintes psicopáticos, donde no hay consciencia del mal producido ni de las mentiras argumentadas para salirse con la suya, sin el menor remordimiento o consciencia de las guarradas que provoca durante su paso por la vida.
Un psicópata no siente empatía por el prójimo ni hay exámen de conciencia que le valga. En principio es un perfil muy ajustado al caracter abusivo de Vila.
Según un artículo de Discovery.com, existen ciertas características de la psicopatía que pueden presentarse en personas de aparente normalidad. Algunas de las referencias de lo psicopático podrían justificar estas guarradas que Joaquín Vila perpetra sin el menor atisbo de vergüenza ajena. Menos en lo del encanto, la oratoria, la simpatía y la facilidad conquistadora, Vila da el perfil que explicaría su carácter maltratador, la facilidad de esgrimir sus turbias mentiras además de exteriorizar su insensibilidad rayana en lo criminal. La hipocresía de Anson no queda a la zaga, pero es por esa soberbia crecida en los que se endiosan creyendo estar por encima del bien y del mal cuanto más dircursean sobre la moralidad de la que ellos prescinden. Polvo somos y en polvo nos convertiremos, diría a mucho dios de dioses.
1. Tienen gran oratoria y encanto. Son simpáticos y conquistadores en primera instancia.
2. Poseen una autoestima exagerada. Se creen mejores que el resto.
3. Mienten patológicamente. Engañan sobre todo para conseguir beneficios o justificar sus conductas.
4. Se comportan manipuladoramente. Y, si son lo suficientemente inteligentes, los demás no notarán estas conductas psicopáticas.
Faceta afectiva:
5. No sienten remordimiento o culpa. Jamás se sienten en deuda.
6. Afectivamente son frívolos y superficiales. No conciben emociones, aunque pueden simularlas llegado el caso.
7. Les falta empatía. Son indiferentes. Y hasta pueden manifestar crueldad.
8. Tienen una incapacidad patológica para asumir su responsabilidad en los hechos. No aceptan sus errores. Por ello raramente solicitan una asistencia psicológica, ya que para ellos el problema siempre lo tienen los otros.
Otro de los factores característicos de la psicopatía es que les gusta la vida de tipo parasitario. Un argumento científico que explicaría cómo tiene la vil desvergüenza de aprovecharse de mi trabajo sin que yo haya cobrado un euro, estando posicionadas muchas columnas mías en primeros lugares de buscadores y atiborradas de publicidad que siguen generando beneficios a los aprovechados de El Imparcial.es.
Solo estas facetas inherentes al psicópata explicarían por qué Joaquín Vila parece un malnacido sin serlo. Porque no lo es si es por un trastorno; ser tan guarro con la consciencia plena de serlo sería una aberración susceptible de prevención como para encerrarlo en una celda. Afortunadamente, si es una anomalía psíquica lo que explica su detestable manera de ser, ya tendríamos suficiente atenuante como para explicar esta capacidad de encadenar cabronadas sin que le cambie un solo músculo de la granítica jeta.
1 comentario:
Esto deja claro el comportamiento nefasto de estas gentes sin ningún tipo de escrúpulos y que gozan a sus anchas de los beneficios que les corresponden a otros.
Chupópteros de lo ajeno. Buena observación sobre el trastorno.
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