GUARRADA

guarrada. (De guarro1). 1. f. Porquería, suciedad, inmundicia. 2. f. Acción sucia e indecente. 3. f. coloq. Mala pasada. Real Academia Española

martes, 26 de junio de 2018

¿Al lado de los negros Luis María Anson, el esclavista?-Artículo en Rambla Libre

Ignacio Fernández Candela.
Al lado de los negros titula Luis María Anson un artículo en El Mundo para darse autobombo, presumir de dilatada carrera y recordar sus años de corresponsal de guerra que dudo mucho fueran en primera línea de combate; más bien veo en él al cobarde que nunca da la cara -para eso tiene los colmillos afilados de su cancerbero Joaquín Vila- y estoy seguro de ello también por su actitud esclavista, sin el menor atisbo de inquietud humanitaria.  Ningún villano puede ser reconocido por su valentía.

Este Luis María Anson se prefabricó un curriculum a medida de sus manipulaciones personales. Se fue a contar batallitas de corresponsal pensando en el estrellato, en tanto ya pergeñaba su camino hacia el éxito con el consejo de algún rufián que le pagaría los favores, ora manipulando ora conspirando con estrategias oscuras, para encaramarse a la influencia que le dispensó una ligera conciencia. Cuanto más se desgasta en dignidad con la perspectiva de la extinción, resulta más gracioso, grotesco, esperpéntico, con ese disimulo de malandrín que ejercita para ir de prestador de consejos. En el crepúsculo de su existencia la vida no le da para mucho más, lástima de rico Epulón. Pero eso sí, el eterno presumido sigue dándose coba, con esa autocomplacencia de lo burlesco que el vanidoso exhibe sin ser consciente de sus vergüenzas.


El tonelaje de su medallero ha hundido con descaro el pedestal que se construyó después de ganar las competiciones amañadas. Porque hace tiempo que le precede la fama de tramposo y no la de caballero; la deshonestidad en el mal ejemplo de sus actos que no la diarrea discursiva de sus teóricas dignidades. ¿Al lado de los negros?
Todavía no he leído de este egocéntrico cantamañanas, un texto altruista donde no se incluya ensoberbecido de tontez, ni se abstenga de alabarse con la excusa de admirar a lo ajeno. Hipócrita esmerado. No da puntada sin hilo ni opinión si no reverbera con seguro beneficio. Si no se le paga con dinero, paradójicamente se hace pagar con prebendas morales; ya ven, el moralista-medallista  con semejantes siembras.
 Anson es un filantrópico fraude allá donde se mueva, con esa apariencia de bienhechor social cuyos actos son egoístas y plenos de frivolidad ornamentada de solemnidad. Siempre está presto a mirarse el ombligo con cualquier excusa de ensalzarse a través de los demás, siendo hipócrita con esmero y redomado, sí,  pero también un caradura que se aprovecha del trabajo de los demás. Que se lo pregunten a Enrique de Diego, a mí mismo o a tantos. Negrero, esclavista, aprovechado sin mucha, ni poca, consciencia acerca de la justicia elemental… ¿ese dice estar al lado de los negros? Oportunista.
No es extraño que Luis María Anson apoye la inmigración masiva, incontrolada, la innecesaria caridad del fariseo que usa el tráfico de personas para justificar la estulticia destructiva de un político sin ideas como Pedro Sánchez. Es el presidente usurpador y allí se arrima el adulador a ver si pilla cacho.
Normal será verlo merodeando La Moncloa o los aledaños ministeriales, con el verbo florido a quemarropa y el paso renqueante ascendiendo las escalinatas del atajo hacia el poder. Mas el tiempo ya no juega a su favor, radicalmente agotado después de tanto honor en compraventa y despachos visitados con secretismo durante décadas. Correveidile al mejor postor.
Luis María Anson representa el periodismo veleta, el de la camisa cambiada como el plan del chaquetero. Sin otra moda o dignidad que la que tercie e influya para sostenerse para que no se le caiga el chiringuito del IBEX 35 que le financia el panfleto dirigido por el tótem diabólico Vila.
Anson sin acento, cursi: ¿Qué decir a este personaje de ficción pública que nada tiene que ver con lo que en esencia representa en los bajos fondos de la especulación; la que no conviene que sepa el público? Improvisaremos en la línea poética de su facilona sensibilidad sin fondo, como es el lagrimeo artificioso del cocodrilo:
 “Oh, ilegítimo de la verdad, aprovechado de trabajo y negocio ajenos, tú misérrimo campechano orlado de premios por merecimientos sospechosos, Luis María Anson, cuánto desperdicio apesta en tu ditirámbica palabra de bocazas sin dignidad, explotador laboral, mal encarado en asociaciones de traición; tú académico aupado desde los despachos tenebrosos de la especulación, eres el que se pone al lado de Pedro Sánchez, pelota sin vergüenza, apoyando la política de inmigración, la estrambótica como hipócrita caridad de la manipulación que ha acogido refugiados ya extraviados después del cachondeo del Aquarius: desechar la ropa de la Cruz Roja en contenedores de basura; pagarse los chupitos de whisky con billetes de 100 euros y comprobar que la decena de menores pasaba de la veintena de años. Tú Anson, el mismo que nombró a Pujol español del año.



Tú traga bolas, carpanta ávido de influencia perdida, escribes un artículo sensiblero para elogiarte con tu repugnante ego que usa la tragedia del África negra para endiosarte como negrero-falso defensor- sin escrúpulos. ¿Tú vas a dolerte de la marginación de los necesitados por el color de su piel? Tú no distingues la honestidad de la oportunidad así te refieras a blancos o negros, amarillos y hasta morados, lisonjero de podemitas. Eres un paria del infierno de la soberbia, carnaza para el demonio por ser de moral descuidada, que dicen. Ingenuo perdedor que no te llevarás nada salvo tu mentira de vida
Valiente hipócrita al que ya conocen en España desde que La Guarrada de El Imparcial.es. Ética según Anson te ha retratado como el mayor embustero, desleal e hipócrita de misérrimos valores de conciencia que tan bien disimulas junto al segundón eterno Joaquín Vila, el de cara pétrea y alma negra; negritud pero no por cuestiones de raza pura y legítima, sino por el tiznado de su espíritu oscuro y ajeno de las buenas obras que ni tú ni él habéis representado, pese a esos aires de filantropismo desgastado que usas.
Aranero, fingidor de sensibilidad, ridículo actor de poca monta erigido en excelentísimo a base de negocios de despachos, prebendas silenciadas-cuánto de ti hablan los que te han conocido por las gorrinadas-quid pro quo con la mano por delante dispuesto a rendir pleitesía al nuevo amo político, empresarial o financiero, así fuera tu Señor el mismísimo que mal te aconseja  no  dejarías de doblar la cerviz a ver qué te cae de la mesa en el averno. ¿Por qué evitarlo ahora y no apoyar la injustificable mafia del tráfico de personas?
Tú no estás al lado de los negros ni del trabajo honrado de los demás que te ha lucrado, ni de Dios. Estás tan artificiosamente sobrado de ti mismo que la humanidad se te ha olvidado.

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