Ignacio Fernández Candela.
No me sorprende leer a Luis María Anson justificando el casoplón en un artículo de su guarida periodística, El Imparcial. La hipocresía es inherente a arribistas como él, de otro modo criticando la del podemita se haría un harakiri. Es ese adulador y apestoso texto una auténtica bajada de pantalones ante Pablo Iglesiasque antes practicó con Don Juan, con el Rey Juan Carlos y con cuantos personajes terciaran, sin importar origen, si eran indicados para proveerle de prebendas, beneficios, ganancias y especulativos bocados mediante la intriga y el oscurantismo. Anson lleva en el parasitismo, a decir de muchos y apellido Luca de Tena mediante, el ya muy dudoso triunfo de su carrera personal. Lo tengo muy presente cada día y por eso me acordé de él cuando conocí a mi actual mascota.
Adopté recientemente un perro y decidí llamarlo Ansón, porque suena rotundo con acento y observé su tendencia a rastrear la mierda de los campos como a solazarse descuidadamente y acabar el paseo siempre pringado. Pero a diferencia del hipócrita Anson, sin acento, a este animal sí lo quiero y no necesita bozal. Lo de la suciedad no me importa después de haber estado cerca de esa peste moral que expele el imparcial presidente junto al eterno subordinado, y no se sabe qué más si hiciera caso de habladurías, Joaquín Vila.Ese sí que necesita que le cierren la boca porque muerde a traición, ajeno a los beneficios del adiestramiento moral.
Enrique de Diego denunció la guarrada que practicaron contra él al poco de ser padre y yo mismo los despaché en La guarrada de El Imparcial.es que arrasó al digital durante mucho tiempo, a través de buscadores como Google, hasta que dejé de presionarlos. Por ser explotadores sin escrúpulos y manipuladores sin conciencia, cínicos amorales, los calé bien y de paso los vapuleé a conciencia. Ridículos.
Aun cesada la denuncia queda la huella de la vergüenza que sacó pública y multitudinariamente los colores a estos parásitos de trabajo ajeno. Siendo de viles conciencias y repugnantes cataduras morales los dejé marchar. Para lo que le queda, decidí que aceleraran el paso confiados hacia el precipicio de la recogida de sus ruines siembras. Pobres ignorantes, confiados e impunes, eso se creen.
No basta con darle en el hocico para reprender a un ser ladino, en ocasiones la rabia del dingo se abate con medidas expeditivas. Pero si ese Vila da bocados es ya con dentadura postiza, siendo viejo avaro y malhadado, además de feo de cojones. Vila está muy cascado por abusar de la prepotencia y de alguna cosa más. Marcha con paso firme hacia la disolución personal entre brindis y brindis, por la suerte existencial de la que le ha provisto el oportunismo y la maldad que muestra fundida en la pétrea cara. Se ha cavado su tumba pero aún no sabe que la salud mal cuidada pasa factura pasando por los higadillos, tan frágiles ellos en ciertas condiciones de maltrato personal.
Vila sigue dirigiendo El Imparcial.es con ese disimulo del decoro que tan bien aprendió del dueño que lo alimentó. Por eso la línea editorial es la típica del que está a verlas venir, allá donde pillar cacho y seguir viviendo del deshonroso pero pingüe beneficio de la relativización moral para defender posturas políticas corruptas; las que no difieren, según dicen, de las profesionales de Anson con que se aupó al estrellato de la influencia, no importa el método para conseguirlo. La conciencia es a veces un freno para tan altas miras de servicio público.
Joaquín Vila y su amo, Luis María Anson.
A Ansón me gusta verlo correr siendo un cachorro muy guasón y zalamero. El académico ni corre ni tiene arte para la zalamería-y si no que se lo pregunten a las mujeres que soportaron sus, digamos, acercamientos, y tampoco es un retoño y menos de especie tan noble como mi can. Grotesco es verlo defender lo indefendible intentando hacer méritos ante el que dice futuro líder de la izquierda española. Extraña, en el colmo de la desvergüenza, que no lo haga presidente ya.
El ínclito y aprovechado Anson es un moralista sin moralizar que disimula la deshonestidad con el farsante discurso de la instrucción. Maestro de vergüenzas sigue su trayectoria de oportunista sin límite al que solo le falta cambiar de género y desfilar en el Orgullo Gay; como si pintara algo su palabra perdida con la fama que se ha creado. Mala siembra de vida, peor cosechará en el umbral de la extinción. Insensato e ignorante, para qué tanto boato y codicia que perderá en breve sin expiar pecado. El embaucador de la adulación, bufón sin credibilidad, sigue simulando que aún le queda dignidad en el criterio y adula a Pablo Iglesias por lo que pueda caer de la mesa del amo, arrimado donde se le pueda oír ladrar.
Es por ello que dice ser incontestable la justificación de los podemitas en la adquisición del chalé y que hay honra al someter la continuidad en el partido con la votación de las bases. No contento con el pretexto no se ruboriza al afirmar que un 70% de los votantes eligieron la permanencia del dúo dirigente. Y por si aún no se notara la lengua babeante a ras del suelo, pontifica sobre el futuro esplendoroso del locuaz bolivariano.
El académico premiado por el beneficio calculado de sus añagazas carentes de pulcritud profesional y menos personal, lo sé por experiencia, desgraciadamente, que por vergüenza de sus actos no posee aptitudes para el consejo si no son desde la falsedad y la hipocresía, el Anson de los premios comprados y el honor vendido al precio de la traición es un lisonjero profesional.
¿Por qué será que no me sorprende su servilismo con Pablo Iglesias habida cuenta de su carácter especulador y el cálculo mezquino de sus ególatras ambiciones? ¿Dónde va, hombre de Dios, o discípulo de Satanás, allá su conciencia, con edad avanzada y en la cuenta atrás de sus andanzas malévolas pero disimuladas, con un pie en la tumba y otro en el restaurante de diario donde aún se atiborra de ricas viandas que acrecientan el colesterol malo, el que un día le dará un susto mortal si no corrige las abusivas gulas?
En realidad no importa si el mundo se aligera de falsedad. Por lo pronto me interesa el bienestar de mi perro Ansón que visitará el chalé de marras para inmortalizarlo levantando la pata ante el muro exterior del casoplón.
Otro no tardará en estirarla estando el espíritu poco curtido para la marcha. Pobre ciego, rico y necio Epulón. Vanidad de vanidades y solo vanidad, este termina sus días levantando el puño, si le da tiempo.
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