Pedir a los hipócritas y abusadores, los explotadores laborales-esos listillos que se pasan por el forro de los calzones la moral y la ética, tanto corporativas como personales, robando canallescamente el trabajo ajeno-que se pongan en el lugar del injustamente perjudicado, es como suplicar a un asesino en serie que, por favor, deje de matar.
Igual. Lo mismo.
Donde no hay menor atisbo de conciencia genuina, es improbable la rectificación.
1 comentario:
Deberían pararse a pensar y rectificar. No es justo que no cumplan.
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