De entrada digo que no, Luis María. Esta guarrada que solo está al alcance de seres abyectos y oportunistas te la podías haber ahorrado.
Te respetaba con agradecimiento y creía en tu palabra de hombre insigne que has terminado vertiéndola por la cloaca de una incomprensible estupidez. Porque hay que ser bastante estulto para obrar con la insolvencia moral que has demostrado sin el menor atisbo de sentido del ridículo. Será que tu obra consolidada te cree a salvo de estas insignificantes pifias o que tu vida tan ocupada te ha impedido advertir todo esto que denuncio. Es tu conciencia lo que debería avisarte de tus errores y no ser indiferente por la intensidad de tu encumbrada carrera que, permíteme decirte, pongo en cuarentena respecto a los modos honestos de llevarla a cabo. Como has actuado conmigo no es pertinente ni lógico.
Voy a explicarte someramente el porqué de mi visceral indignación y el asqueamiento que me provoca tu aparente falsedad, puntualizándote lo mucho que complicaste la vida cuando te hubiera bastado decirme algo así:
Querido Ignacio:
He leído con mucha atención los problemas que me participas y lo lamento. Por mi parte te agradezco la aportación que has hecho al periódico que presido. Lamentablemente no puedo incidir sobre las decisiones del director que posee autonomía en sus criterios.
Te ruego que comprendas esta situación de la que no soy responsable.
Un fuerte abrazo
Luis María Anson
NO HABRÍA PASADO NADA. Con una comunicación así habría entendido de inmediato que no era tu responsabilidad la decisión de Joaquín Vila en cuanto a decir que prescindía de mí por la "escasísima calidad" de mis columnas y porque no las leía nadie.
De inmediato te habría agradecido tu amable comportamiento conmigo este tiempo y ahí habría acabado todo sin más beligerancia, porque me habrías dado a entender que no dependía de ti una decisión así.
Sin embargo, escribiste esto:
Cuerpo del mensaje
Querido Ignacio:
Recibo tu carta, que he leído con el mayor interés. Te tengo en la más alta consideración
y siento mucho lo que me dices. La labor sustancial del presidente de un periódico es respetar la
acción y los criterios del director. Tienes que hacer un esfuerzo y procurar
mantener la relación adecuada con Joaquín Vila.
Un fuerte abrazo,
Luis María Anson
Al principio lo asumí pero el silencio te delató como tus escogidas palabras. Con esta notificación me diste a entender que respetabas la malicia repugnante de Vila pretendiendo humillarme profesionalmente y avalando sus mentiras. Una hipócrita manifestación que no nos pasó inadvertida.
Respetar la acción-echarme con la pretensión de humillarme después de un mobbing de seis meses consecutivos- y el criterio-intentar denigrarme con chulesca actitud destructiva ofendiendo mi trabajo y la aportación al periódico que, por otro lado, muchos juzgan de sobresaliente- del director.
Creo que a tu fiel can Vila-es una metáfora- y a alguna más, les debió de dar un ataque de cuernos al ver el libro que publiqué-papel y kindle- en el 2014 con las columnas de El Imparcial.es. y que dejé sobre tu mesa con mi gratitud.
Días antes de la traicionera puñalada del inefable Joaquín Vila-sigo sin saber cómo describir una cara granítica como esa- me recibiste en tu despacho después de pedirte "audiencia". Con amable disposición me escuchaste y comentaste que en Enero o Febrero se empezarían a pagar las colaboraciones. Añadiste que dejara todo en tus manos y que no me preocupara. Además me expresaste tu pena de no haber podido hacer más por José María Ruiz-Mateos y la voluntad de alguna iniciativa en la que te dije que podías contar conmigo. Una entrevista agradable y distendida.
Fuiste muy amable al acompañarme a la puerta de la escalera y abrirla. Un gesto encomiable si no había segundas intenciones para que me confiara. No solo eso sino que, mientras recogía de la sala de espera el casco y la bolsa de la moto, tuviste la deferencia de abrirme también la puerta del ascensor despidiéndote con un "hasta pronto, Ignacio". Me mostraste un deferencia de respeto por la que salí de allí muy agradecido; acaso sabías bien de los méritos de mis batallas estos cuatro años luchando por la causa de los Inversores de José María Ruiz-Mateos, a quien conocíamos bien más allá de las mezquinas apariencias.
Pero, después de tu respeto y amabilidad, luego llegó lo peor con la malignidad de Joaquín Vila. ¿Qué puedo pensar sino que tanta exquisitez personal por tu parte me predisponía a asestarme el golpe que vino después? ¿Qué pensarías tú? Es de sentido común lo que digo. Tengo enemigos muy poderosos y traicioneros, surgidos por mi labor al lado de José María, contra los que estoy defendiéndome permanentemente. ¿Tú también te quitaste la máscara del disimulo, de repente?
Puedo agradecerte que me abras la puerta de tu casa y respetuosamente permanecer agradecido siendo tú un impecable anfitrión en principio. Con absoluto respeto por la decisión hubiera acatado que me acompañases a la puerta de nuevo dando por finalizada mi estancia. Era tu casa y me debía al disciplinado respeto de quien me invita a visitarla y permanecer en ella.
Otra cuestión es que estando invitado y confiado me mandes a los perros de presa tomándome por intruso, siendo agredido en mi integridad personal de manera gratuita, traicionera y con cariz humillante. Por ahí no paso.
Eso es lo que ha parecido. Tú no has dado por finalizada una invitación, estando en tu derecho para decidir, sino que pareció que mandaste a un perro rabioso en la persona de Vila para denigrarme, humillarme, tratarme con desprecio y expulsarme intentando desintegrar mi autoestima. Ya hacía meses que escuchaba ladridos de mobbing aunque no sabía que los emitía tan fiel cancerbero. Estoy muy curtido como para dejar que me afecte crónicamente una putada mayor como esa. La pudiste evitar, con poco.
De ahí que lo que podía haber sido una educada y agradecida despedida, lo convertiste en una inadmisible proceder.
Sabiendo ya lo que os gusta ganar dinero de lo ajeno obrando como auténticos estafadores de poca monta-lo digo por la manera ruin de actuar conmigo-, supongo que si Joaquín Vila actuó de forma tan rastrera fue por ahorraros una básica compensación por los servicios prestados que, tal y como demuestro, no fueron inapreciables.
Ahora te pido en justicia pagarme lo que creas tú que me corresponde por mis aportaciones al periódico que siguen en primeras páginas y lugares de los buscadores rindiendo beneficios de publicidad. No tienes más que comprobarlo día a día. Y una disculpa con la noción de que entiendes el porqué de mi reacción de sentido común que estoy obligado a llevar a cabo en legítima defensa. No se trata a nadie como se me ha tratado a mí, salvo que se quiera romper el equilibrio civilizado de la convivencia entre personas honradas. En el caso de El Imparcial.es, los modos han sido mucho más que deshonrosos.
Muy indignadamente, me he visto obligado a escribir este blog para posicionarlo en Internet con El Imparcial.es, demostrando así las sucias falacias del aprovechado y nada honesto Joaquín Vila. Es una guerra por la dignidad que se me pretendió aplastar y la tuya, la dignidad que has de demostrar porque no pienso cejar en mi empeño de que se me trate con humanidad.
Pudo haber sido diferente, pero en las cuestiones de ética elemental no basta escudarse tras el matonismo que ha ejercido Joaquín Vila siendo tú cómplice aunque sea en el silencio. Así no se hacen las cosas en la vida, Anson. Lamento y mucho tener que recordártelo yo porque te tenía en alto aprecio profesado con gran respeto; un respeto que se ha de ganar según los actos de cada uno.
Me gustaría poder pregonar que estaba muy equivocado contigo, pero no parece que me des opción. No soy iluso si te digo que aún espero honradez por tu parte; de Vila nada.