"Guarros son los que hacen guarradas", diría Forrest Gump. Aparentemente honorable, ¿El Imparcial.es es un antro de explotación carente de moral y decencia? Escritos 90 artículos en casi dos años, posicionados en primeros lugares sin cobrar ni un euro, me echan después de estar sometido a un sutil y despreciable mobbing. Busco ética elemental en Anson; ¿alguien digno en El Imparcial.es?
Pasen y conozcan la hipócrita condición de estos explotadores y aprovechados sin conciencia.
GUARRADA
guarrada. (De guarro1). 1. f. Porquería, suciedad, inmundicia. 2. f. Acción sucia e indecente. 3. f. coloq. Mala pasada. Real Academia Española
El 21 de septiembre, El Confidencial Digital publicó los datos de un estudio comparativo del contador Comsore sobre cuatrocientos digitales, en los que El Imparcial, de Luis María Ansón y Joaquín Vila, salía en los puestos de cola con 36.000 usuarios únicos.
Tratándose
de un digital puesto en marcha en 2008, con un equipo cuantitativamente
nutrido, se trata de un rotundo fracaso periodístico, que muestra la
decadencia, en todos los sentidos, de Luis María Ansón; la pérdida de interés e influencia del citado, y también la incapacidad completa de Vila
para generar un producto mínimamente competitivo. Esto representa un
claro descrédito para la Fundación Ortega-Marañón que avala este digital
irrelevante: José Varela Ortega es su editor.
Sin
embargo, y mostrando que en España la publicidad no funciona por
criterios objetivos sino por amiguismo y solidaridad de casta, El Imparcial
parece la guía del Ibex 35. Algunos de los anunciantes de un digital
que anda en el furgón de cola son: Movistar, La Caixa, Abertis, Gas
Natural Fenosa, Iberia, El Corte Inglés, Vodafone. Además, de publicidad
corporativa de la Fundación Ortega-Marañón y el Instituto Universitario
de Investigación Ortega y Gasset.
(Esta noticia ya llevo anunciándola hace mucho tiempo. Los que se publicitan en El Imparcial.es no se enteran del engaño). Y para más inri son unos aprovechados sin ética personal ni profesional. Es fácil augurar problemas corporativos para estos simuladores de la moralidad.
Enrique de Diego Donde otros callan y se pliegan, Ignacio Fernández Candela,
brillante escritor, prestigioso crítico literario de amplia sabiduría,
artista de éxito, ha decidido seguir la senda de la dignidad y denunciar
a dos personajes sin escrúpulos morales, Luis María Anson y su lacayo Joaquín Vila. Hablamos de un hecho muy grave, de un mobbing, de un delito, que probablemente la Justicia tendrá que depurar. Ignacio Fernández Candela,
con la verdad por delante, en una entrevista que no tiene desperdicio,
muestra que aún que queda dignidad en España, que aún hay caballeros
españoles y que aún hay salvación en esta putrefacta selva de
hipocresía, cinismo y mendacidad.
Es un placer poder charlar con usted, Don Ignacio. Con La
Guarrada de El Imparcial.es. Ética según Anson ha quitado usted la
máscara a algunos personajes falsarios como Luis María Anson y Joaquín Vila.
A través de su historia ha habido aspectos de mi vida que he podido
asumir y clarificar. Lo que usted describe es muy grave, se llama
mobbing.
Encantado, Don Enrique, es un placer charlar con
usted y comprobar que todas las injusticias poseen rastros inherentes
que, tarde o temprano, implican en responsabilidad a los causantes de
perjuicios contra sus semejantes.
Me satisface corroborar que mi empeño por desenmascarar las apariencias de dignidad de Anson y Vila es legítimo e inequívoco, sabiendo que no soy el único damnificado y
que usted también ha resultado dañado por los tejemanejes inmorales de
gente con tacha… pero muy disimulada. La única semblanza distinguida que
ha de existir por encima de todo reconocimiento es la de la decencia
personal. Algo comprobable si existe ética y moral; de lo contrario nos
encontramos ante un fraude.
El mobbing es un asesino silencioso causante de muchos
suicidios y una práctica cobarde y desalmada que usted y yo hemos
experimentado coincidiendo con la causa.
El mobbing, en efecto, es el intento de destrucción
profesional y civil de una persona y no tiene una motivación objetiva,
pero sí me gustaría que contara los hitos del acoso profesional por
parte de Joaquín Vila.
En Marzo de 2014 conocí personalmente a Anson y
después de departir unas horas con él pedí que examinara un libro mío
con una compilación de artículos periodísticos. Me asignó como
colaborador en El Imparcial.es mandando una columna no remunerada cada semana, con la expectativa de pagarla cuando el balance económico lo permitiera.
En principio todo fueron melosas amabilidades por parte de la responsable Carmen de la Vega,
pero al cabo de unos meses advertí que mi columna era ubicada
permanentemente en última posición. Al indicarlo se me dijo que si
buscaba más prestigio siempre podría irme a escribir a otro periódico.
Los desprecios se fueron multiplicando e incidían en mi trabajo y la
interacción en las redes sociales borrándose, en dos ocasiones, miles de
me gusta de Facebook o valoraciones de Twitter, sin disculpa
ninguna. Se daba la circunstancia de que mis columnas, como siguen al
día de hoy, estaban posicionadas en los primeros lugares de buscadores
como Google y la interacción con redes sociales de artículos de Vila,
Anson y la subdirectora, María Cano, eran insignificantes. De ahí los recelos callados pero tangibles en las acciones que tomaron contra mi labor.
Cuando había entregado cerca de noventa columnas, llegó la
comunicación de una reestructuración que implicaba el envío de una cada
quince días y la expectativa de mayores cambios que se transmitirían
personalmente en su momento. Comprobé que la reestructuración solo me
afectaba a mí y se rechazaron columnas puntuales que no servían para
nada cuando me tocaba publicar por haber quedado desfasadas en temática.
Así fueron minando la moral hasta que advertido de la intención infame
me entrevisté con Luis María Anson, quien me comunicó que lamentaba lo
sucedido y que contaba conmigo ya que a partir de Enero de 2016 estarían
considerando la posibilidad de pagar colaboraciones.
Al poco, Joaquín Vila en un correo personal dijo que
prescindía de mis aportaciones por la “escasísima” calidad de mis
columnas y porque no me leía nadie. Anson me escribió un correo lamentando la situación y pidiéndome que acatara la sucia intención de Vila.
Cualquier intelectual puede ratificar la calidad de mis textos,
incluidos doce libros publicados, para refutar la vileza del director
que no dudó en llamarme analfabeto. En Google está la permanente huella
de mis columnas punteras. Al día de hoy buscando “pablo iglesias el imparcial.es”,
verbigracia, se puede comprobar que mi artículo “El único Pablo
Iglesias” continúa, desde el 2014, siendo lo más leído sobre Iglesias de
todo lo publicado en el digital.
La realidad fue otra que cristalina y profusamente explico en La
Guarrada de El Imparcial.es. Un título de blog cuidadosamente
seleccionado para concitar la atención sobre esta aberrante actitud más
que indecorosa de Anson y Vila.
Joaquín Vilaes un personaje muy frustrado,
porque nunca ha hecho nada real, nada por sí mismo, siempre ha sido el
tiralevitas de Anson. No sé si eso ha seguido así en El Imparcial.
Desde que Vila actuó con semejante desprecio hacia
la ética elemental e inicié la redacción de La Guarrada de El
Imparcial.es-que está posicionado permanentemente junto a El Imparcial.es
en buscadores como Google-mucha gente me ha ido informando sobre las
innúmeras vilezas practicadas por este reconocible segundón, cuya
frustración reside en la mediocridad que compensa con una absoluta falta
de escrúpulos, a decir de muchos; una virtud deleznable muy a propósito
para cumplir los designios intrigantes de Luis María Anson.
Sus proyectos profesionales han sido un fracaso así como su condición
personal que no es ignorada en el gremio que le respeta poco y mal,
disimuladamente por la influencia ansoniana, sin cuya perenne presencia Vila
sería un absoluto fracasado; además, en la frustración absoluta habría
sido, más que imprevisible, un incontrolable trasegador de ruinas
propias y ajenas.
Usted, don Ignacio, decide resistir, se rebela.
Por supuesto, sin concesiones. Envío unas respetuosas misivas a Anson
sin que responda y colijo que no trato con trigo limpio por muy Anson
que se apellide el señor de las aranas. Esa infamia que pretenden impune
se transforma en un leit motiv para desenmascarar a quienes compruebo
que son seres sin ética ni moral elementales que tanto pregonan. Lo tomo
como una cuestión de Justicia y me propongo, demostrar las falacias de
Vila posicionando el blog al lado de El Imparcial.es en los buscadores y
dejando en evidencia la vergonzosa hipocresía de estos farsantes,
poseedores de conciencias personales y sociales falsarias que además se
erigen como consejeros de la moral en España.
No hay peor desprestigio que sus actos encubiertos. Todo pasa porque sean conocidos.
Si me permite un inciso, Luis María Anson no es un periodista; es un manipulador dedicado al tráfico de influencias y a la corrupción, con su hermano Rafael, y propiamente un cortesano.
Luis María Anson es el paradigma de formas muy
pulcras, asociadas al cinismo, en un fondo putrefacto. El oportunismo
rige sus designios profesionales impulsados por una ambición sin freno
que procura enmascarar tras las distinciones y premios que aglutina como
principal favorecedor de las miserias de poder; los que tocan en cada
tiempo en que él se procura los beneficios inherentes al arribismo desde
las más altas instancias.
Favorecedor de gestiones es el hombre invisible que traspasa las
paredes de los despachos sin dejar rastro de cadenas. Un fantasma
silencioso presto a escudriñar los secretos más convulsos e influyentes y
arrendarse las ganancias arengando con discursivas moralinas incapaz,
por pura y necia vanidad, de predicar con el ejemplo.
Es un prohombre inflado, creado en la artificiosidad de los méritos y
oculto tras las sombras de su verdad que no conviene que sea conocida.
Una verdad tan poco digna como su indiferente inhumanidad
desentendiéndose de injusticias como las provocadas contra usted, contra
mí y contra tantos. Es un desfase moral muy premiado; paradigma del
engaño español en que ha desembocado la actual degeneración de valores
en espectros de la Transición con mucho cerebro y poca alma.
De su hermano Rafael nada puedo decir, aunque sí me
han hablado del dúo. Un perfecto equipo de señores de los que puede
sentirse muy orgullosa la madre, si es que en las metas personales de
sus hijos se contemplaba llegar a la cima sin prestar mucha atención al
modo de la escalada. Ejemplares, sin duda, no sé si para bien o para
mal, pero ejemplares.
En cuanto a lo de cortesano dice bien. Mi padre fue Jefe de Gobierno
de la Casa Real y conocedor de los personajes y estrategias que cada uno
llevaba bajo el brazo cuando visitaban Zarzuela con un programa de
favores y correspondencias que seguramente implicaban posteriores
reconocimientos, dádivas y distinciones. Es extraño que el Príncipe de
Asturias no tenga marquesado; quizá le faltó juventud y menos senilidad
para no pasar a un segundo plano donde ni pincha ni corta,
sosteniéndose a base de aprovecharse del trabajo ajeno y otras
improvisaciones.
He saltado a algunos puntos, pero siento curiosidad por saber cuándo empezó usted a tener relación con El Imparcial.
Conocí a Luis María Anson en marzo de 2014. Aquella
visita de cortesía hacia la persona para la que yo ejercía una labor de
director de comunicaciones y portavoz, trajo consigo una agradable
charla con él de horas. Al despedirse le solicité escribir en el
digital, dándole unos libros de muestra para que los valorara y
decidiera al respecto.
A los dos días recibí un correo de la responsable de colaboraciones
pidiéndome una fotografía y una semblanza personal para incorporarme al
periódico. Sin paga ni contrato, pero con la expectativa de cobrar en el
futuro.
– El mobbing tiene algo de satánico –usted insinúa con sabia ironía queJoaquín Vilaes un hijo de satanás- porque inocula un veneno que nunca sana, se vive con él.
Existe una ponzoña que no se diluye con el tiempo y que se acrecienta
cuando un ser frustrado no toma medidas para mejorar en lo personal,
degenerando en actitudes de vileza que dañan al prójimo de manera
sistemática e irreflexiva.
El mal no comprende sino el objetivo de los daños que pretende. Es
una corta mira de necedad provocada por el extravío de la condición
humana, un acicate del que se alimenta quien está envenenado de sí
mismo. Una malicia sin conciencia es un seguro daño contra los
semejantes que acaba repercutiendo en quien la sustenta.
La ironía a veces es insuficiente para dejar constancia de una
realidad maligna de la que hay que cuidarse y advertir sobre sus
efectos. Pero no hay otro modo de expresar sutilmente lo que nos
inspira asco.
Joaquín Vila y Luis María Anson han gozado de un prestigio social inmerecido, con el que conviene acabar ya. Por dinero, Anson es muy capaz de vender a España y me consta que lo ha hecho.
Las realidades que oculta Anson son las mismas que
silencian otros tras esas paredes del poder en que muchos se han
beneficiado del oportunismo en nombre de una excelsa patria. La mentira
influyente se ha convertido en la verdad al descubierto de una
corrupción que pulula sin freno después de extenderse durante décadas.
La hipocresía ha sido y es la premisa de los que con aparente
virtuosismo han maniobrado a espaldas de los españoles, manipulando con
picaresca y falta de escrúpulos, aprovechando el juego sucio que ha
brindado una España en transición y con aparente devenir democrático.
El prestigio de Anson, manteniendo a mamporreros a su lado, es una
pose sin veracidad, un espejismo irreverente de la moralidad en este
país nuestro del que se han lucrado tantos a cambio de exponernos a las
incertidumbres ya pergeñadas por las codicias que durante años han
circulado sin freno, de despacho en despacho, enrareciendo la vida
social y política. El colmo es que constatando los perjuicios de esta
pantomima sin ley encima haya que alabar a los causantes de los daños. Luis María Anson sabrá lo que ha vendido o dejado de
vender. En mi humilde y aberrante caso ha prostituido la ética
profesional y la decencia personal. ¿Vender a España? Quizá el precio
que pagamos sea el panorama que nos brindaron tan insignes prohombres de
nuestro pasado y presente.
Vila es simplemente un mediocre.
Así lo considero yo, en cuerpo y alma. No puede considerarse ninguna
aptitud en quien prescinde de la ética profesional para ejercer su
trabajo como director de un periódico; tampoco hay calidad personal en
quien se dirige personalmente por la vida con manifiesto desprecio a la
humanidad. Todo discurso, mediocre o no, queda envilecido por quien
demuestra ser un vulgar abusador y aprovechado del trabajo ajeno.
Una de las razones que explica su comportamiento es su alcoholismo ya muy acusado en tiempos tempranos.
No es usted la primera persona que me lo comenta, D. Enrique. Lo colegí cuando recibí un correo que parecía estar escrito en estado de embriaguez.
Correo que tengo como prueba de esa ineptitud personal-cuánto más la
profesional siendo director de un periódico digital- en que me llamaba,
nada sutilmente, hijo puta y me tildaba de analfabeto. Ciertamente que
la ironía es humor para inteligentes. Un correo que debió escribir
aporreando el teclado y sumergido en rábica saliva después de leer una
elegante carta abierta que le dediqué.
No son pocos los episodios que me han narrado mencionando la afición;
algo que me importa poco salvo si influye para comportarse con esa
crueldad generalizada contra el prójimo.
Me ha animado usted a contar mi historia. Hay, por ejemplo, están las relaciones de Joaquín Vila con Catalina Luca de Tena
que tuvieron mucha importancia en la vida de Abc, hoy en franca
decadencia, y que conozco de primera mano. Espero que cuando las
publique le puedan interesar, Don Ignacio.
Delo por seguro, D. Enrique. Usted es un referente y testigo de las sombras que empequeñecen una labor polémica que Anson
desempeñó contra el propio interés del dueño del periódico; este, en
su lecho de muerte, quiso dejar constancia del sentimiento de engaño que
experimentó con Luis María Anson.
Otro periodista del ABC de entonces, llamado Gonzalo, me puso al corriente de la rocambolesca maniobra de control que propició ladinamente Anson respecto al periódico que dirigía. Joaquín Vila es el comodín de Anson
que igual juega a carta descubierta o se saca un as de la manga. En
este caso el tahúr parece que fue el segundón y la incauta Catalina le siguió el juego para los mejores auspicios pecuniarios del mago Anson, siempre con el conejo escondido en la chistera. Prestidigitador de altos vuelos y rasantes estrategias.
Será un placer leer su publicación e ilustrarme sobre lo sucedido en
un periódico emblemático y tan suculentamente aprovechado en el pasado.
No le importará que muestre mi extrañeza respecto a la presencia
con estos falsarios de la Fundación Ortega-Marañón. ¿Cómo ha podido
caer tan bajo esa Fundación?
El editor de El Imparcial.es es José Varela, quien a
su vez es presidente de la Fundación Ortega-Marañón. A esa fundación
doné recortes de artículos originales -publicados en el Periódico de la
época El Sol– por Ortega y Gasset, desde 1918
hasta el levantamiento de 1936. Una joya de documentación histórica de
la que se han apropiado estos hipócritas enseñantes de humanidades que,
además de robar mí trabajo, se apropiaron mezquinamente de esas
muestras históricas que di en confianza para después soportar lo
indecible.
Anson es señor de tentáculos influyentes y aunque
los vaya perdiendo por la senilidad que ya le hace chochear, según
comentan los lectores de sus artículos, siempre hay codicias cómplices
que se avienen a negociar con la expectativa pecuniaria.
¿Cuáles han sido sus relaciones, siendo usted un prestigioso
crítico literario, escritor, un artista y un hombre culto con esa
Fundación? ¿Cree usted que son conscientes de que su relación con Vilay Ansonles desprestigia en grado sumo?
Desgraciadamente, para la cultura de España esta Fundación es un
antro de hipocresía que al igual que Anson predica mucho sobre las
humanidades y muestra nulo ejemplo de dignidad en tan elementales
premisas como son los derechos humanos.
Una experiencia ingrata en un reducto de codicia y vanidad que está
envenenando la cultura y la sociedad españolas, con reclamos de
enseñanza que ocultan la realidad exponencial de una carencia de valores
en sus directivos. El discurso sin ejemplo es una larga letanía de
inutilidades sin vergüenza.
Son indiferentes a los perjuicios morales contra lo ajeno mientras no
les afecte al bolsillo. Fariseos del siglo XXI que usan como cebo a
Ortega y Gasset y Gregorio Marañón como insignes pretextos para lucrarse
sin miramientos, como es mi caso.
Pobre juventud, qué bajo cae la docencia con tan vulgares precursores del abuso. Todo se contagia.
Hemos estado viendo datos de El Imparcial y la desmerecida audiencia a la que le ha llevado Joaquín Vila no justifica la publicidad de empresas del Ibex, de El Corte Inglés, suena a tráfico de influencias de Luis María Ansón.
No sería de extrañar que en un futuro próximo la incomodidad laboral
que planea en el periódico aflorara contundentemente, habida cuenta de
la manera tan ruin de explotación que han llevado a cabo conmigo y que
es susceptible de extenderse a otros trabajadores.
En el 2012 El Imparcial.es tuvo graves problemas de financiación que
estuvieron a punto de hundir el digital. El mismo Luis María Anson me
comentó con un onomatopéyico soplido de alivio sobre las graves
complicaciones que habían atravesado.
Sin duda que los remanentes de influencia ansoniana mantienen un
periódico fracasado que está nutriendo, supongo que de modo muy
desigual, las arcas de los gerifaltes. Aunque no sería tampoco extraño
que surgieran desavenencias internas si continuara la bajada de lectores
que un periódico dirigido tan hipócritamente se merece.
Los anunciantes de un periódico así son cómplices de mobbing, de la
desatención humanitaria, de la violación de los derechos laborales y
humanos. Ignorantes del abuso aportan una financiación rastrera para
mantener fórmulas de explotación tan ruines como denunciables. Seguro
que algún anunciante retiraría su aportación si supiera del percal
consentido que Anson preside con implícita falsedad personal y
profesional.
Una última cuestión: Ansónes un personaje gastado, sin ninguna influencia, que lo mejor que haría sería jubilarse.
La senilidad sin autocrítica, prescindiendo de la reflexión que
conlleva contemplar un balance de la vida, contradice las ideas y
envanece la actitud hasta rozar la estulticia.
Anson sigue teniendo luces -aunque no la moralidad deseable en un
Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades- pero está
supeditado a los sombrajos de sus oportunismos pretéritos, mendigando
la posición que nunca más tendrá y esperando las migas del poder al que
influenciar como antaño.
Puede haber luces para seguir discurseando y aleccionando moralmente
desde su poltrona, pero ha perdido el norte de la perspectiva personal;
ha extraviado la consideración de la dignidad por el ejemplo de las
obras. Alguien que ha entumecido la humanidad hasta no sentirla debería
retirarse a reflexionar sobre lo que ha hecho real en la vida sin el
reflejo prefabricado del éxito a cualquier precio. Así descubrirse, por
primera vez, a sí mismo.
Muy agradecido D. Enrique. Un placer charlar con usted sobre esas verdades que algunos desearían ocultas.
Letras de alguien muy especial que me acompaña desde el primer momento en que sufrí esta gran guarrada que caracteriza la hipócrita condición de sus ejecutores:
Me
alegro enormemente, tú lo sabes. Creaste tu blog después de que
arremetieran sin piedad y sin escrúpulos con la intención de destruite
personal y profesionalmente, sin pensar en las consecuencias. Aquí
están. Gran mérito el tuyo.
Tanto Anson como Vila tienen que entender
que jugar sucio se paga y han jugado durante mucho tiempo a él y todo en
esta vida pasa factura. Siempre has defendido lo justo, contra toda
injusticia. siempre. Admiro tu tesón y gran profesionalidad. Esta
entrevista va a ser sonada, si, y es solo la primera. HAZ JUSTICIA. Te abrazo y te felicito.
Trabajar con gente honrada, honesta, íntegra, ética y con decencia moral es una excepcional compensación después de tratar con las execrables honorabilidades de parásitos y caraduras que roban el trabajo ajeno y abusan repugnantemente de personas honradas.
Ser consejero editorial y jefe de Opinión de un semanario multidisciplinar de artes, ciencias y humanidades, conlleva una insoslayable misión de desenmascarar a truhanes cuyas obras y actitudes personales no están en consonancia con la ética elemental que deberían mostrar.
Mi artículo de este lunes trata del plagio de Cela y de la jeta que se gasta el insigne Anson robando de manera bastante guarra el trabajo de los demás. Joaquín Vila, director de el chapucero El Imparcial.es, es un ser abyecto y singular según sus actitudes ampliamente referidas en este blog ajustadas a la verdad, de cara granítica y pocos escrúpulos para parasitar del trabajo de otro e intentar destruirlo moralmente.
Ambos no están retratados por mí en La Guarrada de El Imparcial.es. Ética según Anson que arrasa por las redes sociales y buscadores, sino por ellos mismos. Constato el repugnante engaño durante décadas en este país, ese fétido hedor de lo falsario con tantas apariencias de dignidad que ocultan sangrantes hipocresías. Así nos va con gente encumbrada, referentes morales, Dios nos asista, como Anson y compañía.
Mi artículo de este lunes en Las nueve musas:
Ignacio Fernández Candela
Consejero Editorial-Jefe de Opinión
La cruz de Cela es sin duda la de San Andrés con la que ganó
amañadamente el Premio Planeta en 1994. Con la cruz novelada
implícitamente se conocieron las sombras y el deshonor del plagio.
Hay pedestales que no se soportan sin desenmascarar al farsante que
se encaramó a él con malas artes disimuladas. En el caso del ingenioso y
orondo escritor un trazo grueso de rúbrica con la tinta desbocada
emborronó el mérito del prolífico creador, pero como él no hay pocos
farsantes en la dignidad que no hayan proliferado durante décadas en
democracia siendo favorecidos por intereses especulativos con carácter
de engaño. Cela tan solo siguió la corriente sinvergüenza que ha recorrido España durante décadas, encumbrando estafadores con sacrosanta apariencia de honorabilidad.
Carmen Formoso,
la autora verdadera de la novela, aún tuvo que aguantar los desplantes y
descalificaciones del Nobel cuando este se vio al descubierto con una
maniobra tan execrable de abuso que se ideó bajo los auspicios del
propio José Manuel Lara Bosch. Una historia rocambolesca de rufianes
como paradigma de los miserables entresijos que el público ignora sobre
el submundo de la cultura al más alto nivel.
Don Camilo José Cela tiene perdón porque fue Nobel de Literatura y
además dejó que le dorase la píldora Marina Castaño, señora de
reconocido prestigio acorde a su esmerada habilidad para enredar al
autor y hacerse un hueco por nada, pero bien arrimada. Figuras crecidas
al amparo de notoriedades artificiosamente construidas en un país donde
nada fue genuino, a no ser por la legitimidad del engaño con que muchos
han creído tener derecho para trepar y apoltronarse en los tronos de la
fama.
España no está pútrida por casualidad. Los personajes que han
servido como paradigma moral están al descubierto como sus miserias
ocultas durante tanto tiempo.
Así es explicable que un Felipe González, el saqueador del 10% del
PIB durante sus años de presidencia, sea considerado honorable
benefactor patrio en tanto en cuanto legitimó actuaciones presuntamente
delictivas acaparando las influencias jurídicas al más alto nivel y
beneficiando a poderosos amigos para asegurarse una jubilación impune y
enriquecedora. En un país corrupto no es extraño que se glorifique a los
causantes de sus males. Sigue esos designios del destino en que los
tiranos son reverenciados y glosados como si las obras más execrables
fueran motivo para interpretarlas como gestas. Siempre hay muñidores
comprados y ruines vendidos dispuestos a negociar, magnificando al
miserable y denostando a los críticos del señor que paga el servicio
mercenario.
Luis María Anson, verbigracia, es un loador paradigmático; un pelota con clase;
un distinguido acólito de la tribu de los halagadores que arrastrando
la lengua puso las babas al servicio de los señores que mejor supieron
pagar sus condicionales y farragosos ditirambos, a decir público de
muchos. Fariseo motivado que no motivador-los beneficios de su fingida
humanidad son para él mismo-es un adorno sin alma que aprovecha la
sociedad para lucirse. No da más de sí. Vanidad de vanidades y solo
vanidad.
Más trovador que prosista, Anson hizo sonar sus cascabeles
visitando los despachos del poder. Consiguió que se familiarizasen con
sus cabriolas intelectuales y le rieron las bufonescas gracias cuanto
prócer de la patria advirtió que se le daba bien la profesión de
fontanero antes que la de periodista. Algunos abrieron la fosa séptica
para ventilarla y confundir los hedores con ese ambientador andante en
que se constituyó el ambicioso merodeador. Siempre cercano a las
miserias del poder hizo grandes a no pocos truhanes en un cambalache de
distinciones, negocios y premios que al día de hoy exhibe para encubrir
actitudes que dicen poco de su ética personal y profesional.
Si existe disposición en ciertas personalidades para prescindir de
la ética y la dignidad excusándose en el éxito y la posición, es lógico
pensar que algo huele mal en el rastro biográfico. Porque si estando en
la cima se obra tan suciamente, ¿qué no se habrá hecho durante la
escalada? La respuesta está en el desfase y la degeneración moral que
dirigen este país desde tantos aspectos y perspectivas, en lo que puede
considerarse el declive de cuarenta años de democracia con acusada fase
de extinción.
No puedo estar de acuerdo con Luis María Anson en sus loas al
premio Nobel que fue Camilo José Cela. No porque disienta del criterio
acerca de su excepcional Literatura que legó a la humanidad sino porque
las escribe Luis María Anson; carente de credibilidad como de ética en
sus actuaciones profesionales, siendo capaz de aprovecharse del trabajo
ajeno sin mínimo atisbo de vergüenza personal; el mismo que entroniza a
los tunantes y exhibe ufano sus muchos premios y distinciones —como es
un Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades— mostrando
con absoluta simpleza la esencia moral que rige sus criterios
profesionales; el mismo que elogia al presidente que saqueó España con
total impunidad asegurándose estar por encima de la Justicia; el mismo
que roba trabajo de un colaborador y se lucra con el esfuerzo ajeno… ese
mismo carente de credibilidad por el testimonio de sus misérrimas
actuaciones sigue aconsejando sobre la salud moral de España. Tanta
integridad como la de Cela plagiando una novela para embolsarse unos
cuantos millones de pesetas en un plan urdido por el insigne Lara.
Al menos Cela fue premio Nobel y el otro está muerto. Anson, sin ser lo uno y esperando lo otro, sigue disimulando.
Frente a la cobardía, hipocresía, falsedad, deshonra e indignidad de los que van por la vida como grandes de España, la inmensa valentía y sencillez de un grande al que vilas ni ansones le llegan a la suela de las zapatillas con las que corre Raúl hacia las astas de un toro.
Los artículos que publico como Consejero Editorial y Jefe de Opinión en Las nueve musas.com, estarían en El Imparcial.es de ser Anson digno humano acreedor de tantos premios a saber con qué excelsas y públicas virtudes ganados.
Aunque me alegro de la falta de integridad profesional y personal de Luis María Anson que se demuestra en mi denuncia siendo un mangante del trabajo ajeno y un abusador laboral de baja estofa, junto a la comparsa de la Ortega-Marañón y el abusador sin escrúpulos Joaquín Vila. Cada cuál en el sitio que les corresponde siendo capaces de guarradas como robar el trabajo intelectual de los demás y beneficiarse como parásitos sin alma.
Las nueve musas es de edición más profesional, elegante y repele la gentuza hipócrita desgranando verdadera cultura y humanidad.
Este es mi artículo de este lunes que, por cierto, está siendo leído masivamente en la Red.¡Qué lejos me queda el hedor de semejantes elementos, hipócritas y cínicos, que lleva como lastre esta engañada España nuestra!
Nos hemos acostumbrado a lo rastrero, con ese relativismo que
hasta cuestionó nuestra identidad como país cuando gobernaba el nefasto
Zapatero.
La ingenuidad es uno de los pecados que esta democracia nuestra ha
desarrollado en la ciudadanía, mientras unos pocos avispados se
encargaban de suplirla con una buena dosis de cinismo político e
hipocresía social. Muchos son los listos que se han criado bajo las
sombras acomodaticias del proselitismo y han afianzado posiciones de
ventajismo previendo las halagüeñas disposiciones que conlleva la res pública.
Así, durante décadas de esta democracia que se mostró eficaz en tanto
conviniese a las minorías que guiaban aborregados mansurrones, nos hemos
plantado en esta España donde la política tabernaria de múltiples
intereses prepondera por encima de las necesidades sociales e
institucionales. Y no es casualidad que hoy sea zancadilleada la
voluntad popular impidiendo una formación de Gobierno. Tal cual los
parásitos depredadores esperan a que el rey de la selva termine su
banquete, demasiados esperan a picotear los restos.
El león en España es su resignada gente que regresó a las urnas en
segunda ocasión para intentar dirimir la situación que nefastos
representantes políticos son incapaces de arreglar. Aunque los buitres y
las hienas son secundarios, esperan a obtener la pieza entera que
brinda el trabajo hecho por otros. Del mismo modo actúan PSOE y PODEMOS
aguardando a que sea inviable una investidura de Rajoy para justificar
la formación de un gobierno-lo dicen progresista, tal cual lo es el
chavismo en Venezuela que en España nadie ha legitimado.
El erario público es la barra libre de estos caraduras que deberían
estar al servicio del pueblo bajo el yugo de la carestía y el altruismo
sacrificado; pero claro, de ser así no habría clase política sino
gestores honrados sin el motor de la ambición insaciable. Gestores como
no son Pedro Sánchez ni Pablo Iglesias a la espera de una pirueta de toco mocho
político para encaramarse como monos al árbol de la presidencia
española. ¿Eso es política ? Sí, en su más puro instinto de estafa sin
disimulo, sin duda.
Obstaculizar una gobernabilidad expresada por una mayoría de
votantes no es cuestión de estrategias, sino las consecuencias de
institucionalizar ese carácter sinvergüenza y generalizado que el tiempo
ha forjado durante generaciones.
Poco importan los perjuicios causados contra las gentes
desgobernadas, porque esa desintegración moral y ética demostrada es
conveniente para la desvalorización de la identidad y de los valores
históricos de nuestro país. Gente sin lugar ni voluntad, dispuesta a
pagar impuestos sin protestar. Así nos quieren dirigidos por codicias
personales y proselitistas.
Solo en España es posible un espectáculo tan patético e incoherente demostrando un todo vale
sin sentido del ridículo. Con las ambiciones particularistas de
partidos políticos que pretende desbancar una voluntad popular, se
fragiliza un país para devorarlo sin resistencias y abismarlo en el
relativismo que hoy hace posible una desintegración nada casual de una
identidad española múltiplemente amenazada. Se aspira a convertir una
unidad vital en el insano oportunismo de los reinos de Taifas; las
intenciones históricamente repetidas que suelen desembocar en una
convulsión acrecentada con desastrosas consecuencias.
Sánchez e Iglesias son ante todo egocéntricos,
sumisos a las inspiraciones de la vanidad e instruidos para alcanzar los
propósitos que históricamente avasallaron los derechos civiles de
muchos países bajo el yugo de las autocracias. Son germen de un mal
mayor, proclives a la necedad y al endiosamiento. Precursores de la
desintegración histórica que tanto daño ha hecho a la voluntad
constructiva de la humanidad pese a las muchas adversidades sufridas.
Advertirlo no está demás. Se aliarán con lo que sea y a conveniencia.
No aprendemos. Siempre lo que implica insolidaridad acaba siendo
demolido por la codicia y el intrínseco carácter de las ambiciones sin
freno. Primero aspirando al todo para desgranarlo en partes y luego
terminando por devorar las partes escindidas del todo. En esta España
decadente no hay otro interés que la vanidosa concurrencia de la
ambición y la exclusión en cuantos instigan para desorganizar en busca
de otros órdenes previsiblemente desastrosos.
Pedro Sánchez y Pablo Iglesias
callan ladinamente y dejan que el rival político se consuma con los
vanos intentos de que se posibilite una investidura. Parece que no se
cruzan saludo por la calle, pero follan en la misma cama. A escondidas,
con la prudencia silenciosa del buitre que ronda el banquete volando en
círculos antes de aterrizar. Avisando al resto de que hay suficiente
para picotear. Aunándose con las hienas en incómoda compañía pero
pacificados los unos y las otras con la expectativa de llevarse su
parte. Así es la relación exitosa de los oportunistas, de los amantes
prohibidos, de la parasitación a expensas de un país consumido.
Con Sánchez e Iglesias sexo y parasitación se unifican en una misma
intención escabrosa, desviada. Callados placenteramente, con los picos y
los colmillos prestos para hincar en el poder las ganas de nutrición
personal, devorando una sociedad presa de proselitismo enfermo; son
estos dos secuelas de un crecimiento democrático con raíces ponzoñosas y
que hoy demuestran lo retorcido que nos creció el árbol.
Hoy en día las urnas posibilitan, por la insana moral extendida sin
vergüenza, que políticos fracasados manguen la gobernabilidad de un
país. Juego sucio y depredador, cierto. Pero ya se sabe que en la cama
todo está permitido con el consentimiento de dos. Son esas permisivas
aberraciones con politicastros de turno que si se salen con la suya
terminarán dando a todo, disculpen la expresión, por saco. Puro
masoquismo, consentido, de esta democracia nuestra tan mal aprendida.
Los antibióticos combaten un mal y son beneficiosos pero el abuso de
la dosificación puede conllevar que ese mal combatido se transforme en
resistente o socave el sistema inmunológico, siendo peor el remedio que
la enfermedad. La bacteria del totalitarismo de alta resistencia en
nuestra democracia proviene, triste paradoja, de cuantos remedios se han
practicado intentando equilibrar la balanza de las libertades de
pensamiento político, incluso arriesgando nuestra razón de ser e
identidad como país.
El abuso de la intención en el entendimiento, acogiendo el
pensamiento de lo minoritario, ha perjudicado el interés general de la
convivencia pacífica hasta el punto de horadar las bases de lo que
parecía un sólido Estado de Derecho hoy amenazado por método de
implosión desde las propias instituciones. La mal entendida permisividad
para con las minorías se ha transformado en la ejecutora de los básicos
derechos del conjunto mayoritario. No deberíamos haber llegado a estos
extremos de resignación por mal entender el concepto de la libertad sin
protegernos de sus enemigos.
En nuestra democracia el sistema electoral ha demostrado que se ha
excedido en el empeño de respetar los derechos de los minoritarios,
pagando un injusto precio la voluntad mayoritaria que está supeditada a
los partidos políticos cuya representación es ínfima y que, sin embargo,
por el aglutinamiento de fuerzas menores, han conseguido llegar al
poder por el que nadie los eligió. Eso no es democracia sino una
aberración surgida del celo por el respeto de las formaciones inferiores
que ha degenerado en la violación intrínseca de la verdadera voluntad
popular. Existen casos de bandolerismo como fue el de Murcia donde las
fuerzas minoritarias han intentado arrebatar el poder al Partido Popular
que estaba a un solo escaño de la mayoría absoluta. Los murcianos
poseían todo el derecho a indignarse asistiendo a tan indeseables
espectáculos de sectarismo sin escrúpulos. Una cuestión es la
democracia, la elección en libre disposición de que la ciudadanía decida
quién ha de gobernar, y otra los cambalaches sectarios que permite una
injusta Ley Electoral no acorde a los tiempos que vivimos. Urgía
reformarla para evitar que millones de ciudadanos fueran regidos por
ínfimas representaciones crecidas mediante coalición, cuando por sí
solas son de inapreciable influencia.
Asistir al aglutinamiento de pequeñas células políticas para
vulnerar la selección genuina de los votantes ha sido aberrante, no
respetándose la lista más votada ni el criterio selectivo de las
mayorías. Para evitar tal calado de injusticia no basta la sugerencia
sino la decisión reformista. Si además esas pequeñas células unificadas
provienen de un radicalismo desaconsejable para cualquier elemental
evolución sociopolítica, esa aberración se convierte en un grave daño
dando cancha de poder a cuantos no lo merecen por sufragio universal,
por mucho que se finja seguir las reglas del juego democrático cuando en
realidad se aprovechan de sus fisuras para intentar exterminarlo.
Ahora el futuro depende, por tercera vez salvo milagro del próximo
viernes, de la inteligencia del votante que habrá de apartar, de cara a
que haya Gobierno, la protesta y la contrariedad si no desea caer en
peor abismo que el del incumplimiento de un programa electoral de los
populares. Dependemos de nosotros mismos para evitar mayores y
futuribles problemas. Dudo de que exista esa inteligencia electoral
conjunta que nos libre de peor destino que el que augura un Rajoy
ensimismado y sin darse por aludido con lo que está en juego. No existe
estímulo pero ello no debería abstenernos de evitar un oscuro horizonte
de extremismos minoritarios gobernando España.
No hay cambio liviano en el PP que subsane los actuales riesgos a
los que estamos expuestos. Al día de hoy no habría existido mejor gesto
de hombre de Estado que la dimisión de Mariano Rajoy con la cabeza bien
alta y adaptándose a las circunstancias por el bien común del país que
gobierna ahora en función perpetua. Un extraordinario gesto de
generosidad responsable que habría facilitado una regeneración del
liberalismo español y la victoria por mayoría absoluta del Partido
Popular en las primeras generales, resarcido el peligro de una hecatombe
que el sistema electoral puede consentir con la alianza de lo
minoritario contra la voluntad de un pueblo soberano. Algo falla cuando
ganándose las elecciones no hay posibilidad de gobernar. Incongruente,
contradictorio y muy arriesgado.
Hoy la España incoherente está gobernada en las autonomías y
municipios por presidentes, alcaldes y concejales que muchos ciudadanos,
por voluntad mayoritaria, no eligieron. Es el resultado de aplicar
lenitivos democráticos para acoger a cuantas corrientes ideológicas
pululan por el solar patrio, desatendiendo aspectos básicos de auto
conservación que son la garantía de nuestra existencia en democracia; la
misma que se intenta dinamitar usando las debilidades propias de un
sistema que elige a sus gobernantes de manera tan imperfecta como poco
práctica a efectos de la legítima justicia social.