Puedo demostrar, con pruebas fehacientes, el miserable mobbing que algunos de El Imparcial.es me han procurado estos últimos meses, hasta la guarrada de la expulsión y el borrado de mi trabajo jamás remunerado.
A raíz de experimentar este delito perpetrado por seres de la más baja condición humana, me estoy informando al detalle del proceso de acoso despreciativo que es fruto de mentes proclives a la sociopatía.
Mi sorpresa ha sido mayúscula al identificar cada fase del delito de moobing con los pasos seguidos por la persona de contacto semanal con el periódico, instrumento de los acosadores, en cuyos correos y actuaciones queda clarificada, con vergonzante prueba de moral deficiente, la actuación deliberada que conllevaba ser sometido a un paulatino y acrecentado desprecio hacia mi trabajo; desánimo provocado para llevarme al límite de la paciencia; aislamiento de mi persona respecto al resto del elenco de colaboradores; displicencia en los intentos de comunicarme pidiendo explicaciones, y finalmente la asquerosa argumentación-demostrada falsa- esgrimida por Joaquín Vila, con la intragable excusa de mi expulsión por la "escasísima" calidad de mis artículos y que nadie los leía.
Falsedades que refuto en este blog con pruebas sólidas que muestran la despreciable intención de socavar mi ánimo y equilibrio psicológico con infestas y exactas técnicas de acoso laboral... encima sin cobrar ni un euro pero con la expectativa de valorar los artículos en un futuro.
Solo me falta averiguar si ese mobbing proviene de subordinados del Sr. Anson o son órdenes directas de él. Al día de hoy, sin comunicación del hombre que dijo que no me preocupara de nada, incumpliendo su promesa, ya estoy por no creer en su palabra... como otras personas.
No se pueden dar perlas a quien no las merece, pero además en todas las entidades del tipo que sean, siempre hay un responsable que generalmente se queda a la sombra, pero es quien mueve los hilos.- Puede resultar que el cabeza visible solo sea un peón tele dirigido.- Adelante y no te quepa duda que la verdad resplandecerá y todos nos enteraremos quién es el que mueve la batuta.- Un abrazo.-
Porque no voy a permitir ni un solo tono displicente más o desabrido a quien coge el teléfono de Presidencia. No tengo por qué aguantar miserias ajenas.
En una ocasión después de exponer el motivo de mi llamada con exquisita corrección, pregunté que con quién tenía el gusto de hablar para responderme ella que no tenía por qué yo saberlo. Esos desprecios bien puede meterlos la imbécil de turno por donde le quepa más holgadamente. Estoy harto de estos intentos de humillación de gente tan extraña como insidiosa. La estúpida en última ocasión, ante el requerimiento educado de hablar con el Sr. Anson, me transfirió al director arguyendo que la cuestión de las columnas, sin yo decirle nada, era competencia de él. Acaso tuve la indeseable molestia de hablar con la otra...
Justo es decir que salvo esa muy desagradable persona que se comunicó conmigo en dos ocasiones desde el teléfono en Presidencia, otras han sido amables y educadas interlocutoras.
Si fuera así que Anson se escudara de esta ignominiosa cerdada tras otros, no dudaré en dirigir la protesta hacia quien me tiene en sus silencios confundido después de soportar tantas guarradas propias de diablos, más que de seres humanos, cuyas profesionalidades son una farsa como la dignidad fingida que acompaña a los actos.
Espero una comunicación del insigne Presidente, después del hartazgo que ha colmado mis benditas paciencias al cabo de muchos meses, ahora con la mezquina apoteosis de mi expulsión. Si él es honorable, comprenderá mi actitud de legítima defensa por este agravio que ha pretendido mi desmoralización hasta los graves y muy peligrosos límites del aguante psicológico.
En breve: demostración con pruebas de las características del delito de mobbing que he aguantado este tiempo. Sin duda, toda una experiencia que habla de los más bajos instintos de quienes van por la vida con inmerecida credibilidad personal y profesional.