A continuación trascribo un correo donde le comunicaba a Luis María Anson el calvario de múltiples irregularidades que durante meses había boicoteado mi trabajo. Por lo visto, una exposición que se pasó por el forro...
En la visita personal me dijo que no me preocupara de nada pues él se encargaría de arreglar la situación injusta. Luego llegó lo peor del acoso con la expulsión y una carta de Anson que analizó mi pareja con exquisito sentido común. Al día de hoy solo he obtenido intento de humillación y silencio, cuestiones que pueden meterse por donde les quepa a los ruines lacayos.
Le respondí para no saber más de él, tan ocupado que estaba siquiera para mirar el cadáver que abandonaban en la cuneta destruido después de un acoso y derribo repugnante... pero este muerto está muy vivo.
El señor debió dar por zanjado el que se me humillara, a través del hombre con cara de comic, Vila,-como le llama mi sobrinita- después de acosarme e intentar desmoralizarme boicoteando mi trabajo durante meses. Luego recordé la reflexión de mi novia y lo vi muy claro: Anson sabía muy bien la injusticia que se cometía conmigo y me invitaba a asumir el atropello y el abuso moral, por las buenas. Despreciable intención. Así que, a palabra incumplida no hay indefensión que valga.
Soy absolutamente respetuoso con personas dignas de actitudes honorables. No me convence la simple apariencia. De haber sabido por los actos con quien trataba verdaderamente, en dos párrafos me hubiera ventilado la comunicación.
El caso, es que después de tratar con Anson me cuesta pensar que pueda reaccionar así estando en posesión de todas las informaciones sobre mi caso y ¿cabe la posibilidad de que le aislen para que no reciba mis comunicaciones? No lo sé, pero al día de hoy esta situación sostenida habla poco bueno de sus responsables e indigna hasta la repugnancia.
El caso, es que después de tratar con Anson me cuesta pensar que pueda reaccionar así estando en posesión de todas las informaciones sobre mi caso y ¿cabe la posibilidad de que le aislen para que no reciba mis comunicaciones? No lo sé, pero al día de hoy esta situación sostenida habla poco bueno de sus responsables e indigna hasta la repugnancia.
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Sr. Anson:
Deseo
participarle alguna noción sobre mi persona consciente de que su
intensa vida profesional abarca muchos momentos siendo yo una irrupción
muy breve en su agenda cotidiana digna de un hombre magistral, como es
Usted, de España.
Nos
conocimos en Somosoguas, durante una visita al Sr. Ruiz-Mateos en su
residencia de Alondra,2. Entonces, por petición suya, batallaba a diario
en defensa de su buen nombre injustamente vilipendiado y trabajaba para
el mejor fin de un Proyecto de pago que, incluso después de su marcha,
sigue vigente con las siembras realizadas a la espera de resultados
fehacientes, por mucho que parezca imposible una resolución de semejante
calado con el agravante de la marcha del empresario. Entonces era su
portavoz aunque mis funciones fueron muchas otras.
Siempre
recordaré el momento de su visita al Sr. Ruiz-Mateos así como mi
atrevimiento cuando osé pedirle que examinara mis libros.
Al poco recibí la grata comunicación para poder escribir en El
Imparcial. Uno de los días memorables de aquella etapa agria
desempeñando una difícil labor al lado del empresario que aún no ha
finalizado por las coyunturas circunstanciales de unos acontecimientos
que me obligan a persistir para intentar cumplir, junto a otras personas
implicadas profesionalmente, su solemne compromiso con todo lo que
conllevaría de restitución en cuanto a su honor mancillado tan
injustamente.
Respecto
a lo hablado entonces con Usted sobre la solución del drama de los
Inversores, obligado por las circunstancias harto dificultosas y no
menos acerbas para la función que ejerzo incluso una vez fallecido el
Sr. Ruiz-Mateos, conocedor del desarrollo pormenorizado emprendido
entonces, cuido de la siembra que pudiera fructificar después de largos
años de dificultades y demoras.
Por
todo esto, mis adversarios son muchos pues siempre me he encontrado en
el fuego cruzado de diversas codicias personales que he desdeñado en pro
de cumplir la voluntad del empresario y ayudar, en la humilde medida de
mis esfuerzos, a miles de personas desesperadas.
Sr. Anson tengo la convicción de que los prohombres de un país, como es
Usted, son esmerados vigilantes de la básica moralidad e integridad de
conciencia que pronuncian con valores personales las virtudes
profesionales por las que llega el reconocimiento merecido. No me cabe
duda de que Usted responde a esta premisa de honradez a
ultranza-habiendo tenido el honor de conocerle personalmente durante su
visita a Alondra, 2- para ser protagonista y crítico destacado e
influyente de los acontecimientos socio políticos económicos y
culturales que preside desde su prestigioso Periódico El Imparcial,
siendo imprescindible e histórica su representación personal en el
devenir de la España contemporánea y actual.
Como
me tengo por persona que obra con rectitud es legítimo que demande lo
mismo de mis semejantes y es por ello que, con claridad en las ideas
como
en la actitud personal, me dirijo a Usted por escrito para
exponerle cuestiones muy elementales que tienen que ver con mi
aportación al periódico El Imparcial que, sin cobrar un euro después de
casi cien columnas, ahora se reestructura para pedirme una colaboración
cada quince días. Admirado Sr. Anson, debo decir que no es justo este
nuevo tratamiento de mi labor y cualquier persona instruida con moral y
conciencia equilibrada lo vería así, a no ser que sea algo temporal y
alguien esté pensando en mis legítimos intereses.
De
lo contrario, no me parecería de recibo que asalariados, puntualmente
pagados, decidieran sobre la reducción de aportaciones de un trabajo
nunca remunerado, después de haber cumplido puntualmente con la entrega
de las columnas cada semana, contribuyendo a la buena marcha del
Periódico. Porque convendrá Usted que a la gente no se la usa si existe
una presunción de la
ética cuando se trata con personas honradas que saben dónde están los
límites de la decencia en las relaciones humanas.
Después
de casi cien artículos que cuentan semanalmente con muchos lectores y valoración
pública -como demuestra el posicionamiento en los buscadores de muchas
columnas y los comentarios de aceptación-; después de transigir con errores técnicos que borraron las
valoraciones sobre mis artículos en redes sociales como Facebook;
después de percibir un sutil
desprecio posicionándome el último-cuestión que no es baladí por la
propia manera de valorar en posiciones que tiene El Imparcial-durante numerosas
últimas semanas; después de-esto es verdaderamente vergonzante desde
cualquier prisma de la educación elemental- cambiar el modo de
valoración de las columnas, sin previo aviso y con absoluto menosprecio
al trabajo ajeno, borrando miles de Me gusta de Facebook por segunda vez
pero no incidentalmente; después de un trabajo por el que se paga pero
que se ha realizado sin exigencia pecuniaria aun estando plagada de
publicidad cada artículo; después de tanto dado se comunica por correo
de forma lacónica que por ajustes del Director mande una columna cada 15
días. Añadiendo que puede haber otros ajustes que espero no serían
consistentes en que personal pagado decidiera que dejara de mandar
columnas quien no ha cobrado en casi dos años nada por ellas.
Mi
instrucción cultural e inquietud intelectual son genuinas y crecientes
mediante la motivación de escribir en su excepcional Periódico de
raigambre profundamente elitista, en cuanto al pensamiento selecto y las
características de su labor cultural inestimable en España y el mundo.
Es por ello que me entristece recibir un trato de distanciamiento cuando
he cumplido las expectativas sobre la confianza que Usted depositó en
mí con su decisión de integrarme como colaborador.
Personalmente
y asistido por la rectitud de conciencia que me caracteriza, admirado Sr. Anson, sería
incapaz de disfrutar un solo euro de mi paga si esta consistiese en la
intención de aprovecharme del esfuerzo de mis semejantes y decidir, cual
disposición totalitaria, prescindir de un trabajo del que se han
lucrado otros menos el autor de él. Sería incapaz de disfrutar de una rica
vianda en un restaurante sabiendo que lo que pago se lo he restado a
otro para luego ignorarle como si fuera un peón en un tablero del
oportunismo que consideraría capaz de deleznables jugadas o jugarretas.
Deseo que la apariencia sea un engañoso espejismo y vea que otros columnistas
pasan por un proceso parecido al mío y después de el reajuste se piense
en cómo equilibrar la balanza del esfuerzo realizado hasta ahora. De
otro modo no me explicaría semejante involución injustificada en mi
relación con El Imparcial. Si esto fuera así, si el proceso evolutivo y coherente de la inteligencia
hubiera progresado de este modo ingrato, estaríamos en los albores de la edad de piedra.
No solo en lo formal sino también en el fondo moral. No me parecería
siquiera legítimo condicionar el esfuerzo y el trabajo ajenos a
políticas de reestructuración que no contemplaran el básico hecho de que
a la gente no se la puede utilizar de esta manera tan extraña como
abusiva y así sea contemplado para no dar lugar a equívocos.
Nadie
mejor que Usted, Sr. Anson, es sabedor de que la Cultura verdadera ha
de ser inherente al buen criterio de la honradez y la
honestidad y eso he querido constatar durante este tiempo de quienes
dirigen, espería que agradecidos por mi intensa aportación de calidad,
el
destino profesional de El Imparcial. Es por ello que deseo participarle
lo que creo que es de justo y equilibrado
criterio y que Usted puede desconocer siendo mi caso personal inherente a
decisiones de cierto, elemental, grado moral.
Es
por todo ello que mi recta conciencia me dicta dirigirme a Usted para
pedir que sea clemente con un trabajo desarrollado con óptima resolución
y válido para los intereses de El Imparcial. Deseo seguir publicando
semanalmente, integrado y con la capacidad para mostrar que mis empeños
intelectuales son satisfactorios para su Periódico. Es mi oxigenación
vital la continuidad de un aliciente que me permita desarrollarme con el
criterio de acertado y singular pensamiento que dicen que caracteriza a
mis columnas. Si no existe aún presupuesto para valorar monetariamente
un trabajo eficaz, al menos permanezca el valor moral que me impulsa a
escribir con leales lectores y el posicionamiento puntal de mis escritos
en buscadores de Internet como Google.
Ruego
me disculpe este atrevimiento de dirigirme a Usted, impulsado por la
honestidad de mis actitudes sanas y el derecho a ser respetado
defendiendo mi ánimo intelectual ávido de la oportunidad porque se
conceda justa continuidad semanalmente, con el mejor de los empeños, a
mi demostrada valía como columnista. Creo haber cumplido las
expectativas de confianza que depositó en mí hace casi dos años y me
sentiría muy honrado de que todo siguiera así.
Reitero
disculpas por mi nuevo atrevimiento, Sr. Anson. En la vida hay
que actuar como el buen fin de la honestidad impulsa creyendo realizar
lo adecuado. Espero sinceramente que sea así.
Muy atentamente
Ignacio Fernández Candela
1 comentario:
Este no es el trato que merece Nacho de usted, indiferencia total, pongase en su lugar, pero para eso , primero hay que ser honesto, olvidaba lo más importante
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